Dos españoles
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David Fernández Urueña |
Compárese el ejemplo dado -y la vida- por David Fernández Ureña, de 35
años, que ha muerto en Afganistán cuando intentaba salvar vidas humanas.
David realizaba tareas de reconocimiento en la ruta de Opal, que une
Qala-i-Naw con Darra-i-Bun; un explosivo le alcanzó y terminó con su
vida, pero la suya estaba dedicada a ayudar a los afganos que quieren
vivir en libertad, a las mujeres que quieren trabajar o estudiar, a los
niños que no quieren ser adoctrinados, a las mujeres y los hombres que
han participado ya en varias elecciones y que han elegido a sus
representantes.
David estaba en Afganistán colaborando en
labores humanitarias, no estaba para matar, sino para preservar la vida,
no estaba para sembrar el odio, sino para extender un régimen en el que
los afganos puedan decidir su fututo. Es difícil, muy difícil, entender
a estas mujeres y hombres que, en plena juventud, arriesgan su vida en
tierras lejanas, amenazados por talibán, fundamentalistas, guerrillas en
tierras irredentas, señores de la violencia. Es difícil pero ahí están:
curando, instruyendo, desactivando explosivos, luchando contra el
comercio mafioso del opio, resguardando de los peligos a la población
indefensa. David ha sido, hasta hace unos días, uno de estos que
representan a la España de la generosidad, de la honestidad y del
servicio.
Al otro lado encontramos a un joven que, habiendo
sido culpable de la muerte de dos personas en Cuba (obviamente no con
intencionalidad asesina) se pasea ya por las calles de Madrid, se
traslada en coche, empezará a trabajar en el puesto que no se ha ganado,
pues fue nombrado a dedo, cobrará mucho más de lo que cobra un albañil,
un profesor, un delineante, un pequeño comerciante... El joven
Carromero es un ejemplo de la España que no interesa, la España del
enchufismo y el privilegio; David es ejemplo de la España que da
ejemplo, es ejemplo para muchos que trabajamos y no hemos alcanzado su
generosidad y su servicio, es ejemplo para todos esos políticos que no
están habituados al trabajo, a concebir la vida publica como una carga,
sino como una prebenda.
L. de Guereñu Polán.
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