Los
señores Rato y Alierta son de temer: el primero ha sido nombrado
“asesor” (me pregunto qué asesorará este incompetente) Con la anuencia
del segundo, presidente de la compañía. Vamos a echar un vistazo a sus
andanzas por si alguien no las recuerda.
Debe tenerse en cuenta
que Telefónica está implantada en 25 países, por lo que no son pocos
los puestos de trabajado que dependen de estos impresentables (126.500
empleados); su importe neto de la cifra de negocios se eleva a 46.500
millones de euros y tiene más de 313 millones de clientes (datos de
septiembre de 2012), por lo que el Estado debiera estar muy atento a la
maniobras de estos personajes, pues pueden dejar en la calle a miles de
personas.
No debemos olvidar que el señor Alierta presidió la
Asociación Española del Mercado de Valores (Bolsa) y ¡que casualidad!,
días antes de finalizar su mandato inició los contactos para la venta
del 30% del capital de Beta Capital al banco holandés Mees Pierson,
operación por la que el señor Alierta se embolsó pingües beneficios.
Junto con varios miembros de su familia, el señor Alierta (que suele
estar alerta para sus negocios) ganó con la compra de acciones de
Tabacalera y la pseudoventa de una empesa 1,86 millones de euros, lo que
levantó las sospechas sobre uso de información privilegiada, ya que
había comprado las acciones poco antes de que Tabacalera comprara la
compañía de tabacos norteamericana Havatampa, lo que elevó el valor de
las acciones.
En cuanto al señor Rato, como Director Gerente
del Fondo Monetario Internacional, fue juzgado mediante un informe de
dicho organismo de forma muy negativa (10 de enero de 2011), pues
mientras el señor Rato radiaba en el optimismo, se fraguaba la crisis
mundial que ahora atosiga a millones de personas. Las batallas internas
en las que participó, la falta de supervisión en la que incurrió y la no
corrección de los vicios que venían de antes hicieron que el señor Rato
dejase el puesto por otro mucho mejor remunerado en Caja Madrid, desde
donde fraguó Bankia, la metió en bolsa y se produjo la catástrofe por la
que ahora el Estado se ha tenido que hacer cargo del desaguisado. Pero
muchos pequeños accionistas han perdido su dinero y un agujero
monumental ha arruinado la entidad. Este, y no otro, es el señor Rato.
Hasta qué punto sus análisis serían fantasiosos que el propio gobierno
actual (sus amigos) no los aceptaron y ello dio pie a su dimisión en
Bankia. En realidad una operación teatral para buscar otro paraguas bajo
el que cobijarse: Telefónica, donde también está –no sabemos haciendo
que- el señor Zaplana.
No debe olvidarse que el señor Rato
está imputado en la Audiencia Nacional por la gestión de Bankia, junto
con toda la cúpula directiva. Su actividad en Telefónica ahora, en
América, me hace sospechar que quiere poner tierra de por medio ante una
situación más comprometida de la que está. Creo que las autoridades
judiciales –dada su situación de imputado- debieran tomar las medidas
para que el señor Rato no abandonase el país y se le retirase, en su
caso, el pasaporte. No es poco lo que este hombre ha perjudicado a la
ciudadanía.
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