En un artículo titulado “Verdades y Mentiras de la Sanidad” publicado en El País (21-01-2013), dice el doctor Norberto González de Vega entre otras cosas lo siguiente: “Hay que devolver las competencias sanitarias al Gobierno central, rehacer el Servicio Nacional de Salud y, a través de un pacto de Estado, dejar a la sanidad fuera de la batalla partidista”.
Estoy de acuerdo en casi todo con esta afirmación, menos con dejar a la sanidad fuera de la batalla partidista -quiero entender que batalla política al fin y al cabo- y ello porque me parece un pretensión deseable pero irreal. Hoy por hoy cualquier medida referida a la sanidad, afecta a todas las comunidades autónomas, alguna de ellas nada menos que con un proceso soberanista en marcha, otras con importantes deudas acumuladas, y alguna otra absolutamente contraria a tal posibilidad. Están en juego por tanto los contenidos de Estatutos de Autonomía fruto de difíciles consensos políticos, a lo que hay que añadir ya, intereses económicos privados también en juego y en un volumen creciente cada día, con visiones muy distintas entre las diversas fuerzas políticas en cuanto concierne a la financiación y al modelo de gestión de la sanidad pública. En definitiva, están en juego los intereses de la mayoría de la población, frente a los intereses de los grandes grupos financieros.
Por otro lado y hasta hoy, un pacto de estado ejemplar lo ha sido el llamado “Pacto de Toledo” que afecta a nuestro modelo de Seguridad Social, destacando todo lo relativo a nuestro sistema público de pensiones. Un pacto que sin embargo está siendo objeto de un descarado acoso por parte de quienes quieren imponer un cambio sustancial en nuestro sistema de pensiones para endurecer sus prestaciones y avanzar cara a un horizonte más despejado y atrayente para los sistemas privados. Incluso la señora Merkel se atrevió a hacer públicas algunas de sus “recomendaciones” en este sentido.
Pese a la realidad mencionada, soy de los que pienso que, o el sistema nacional de salud en España vuelve a ser estatal o puede terminar desapareciendo. Dice el citado doctor en su artículo que “El actual despiece del sistema en 17 feudos, es una barbaridad” y no le falta razón. De hecho este despiece es el que ha permitido introducir mas fácilmente cambios encaminados a su progresiva privatización, que finalmente pueden dejarlo herido de muerte.
Si el modelo de sanidad pública y universal, que implantó en España un Gobierno de Felipe González de la mano de aquel malogrado Ministro que fue Ernest Lluch, ha resultado todo un acierto, el traspaso de competencias que se hizo a las comunidades autónomas requiere hoy una revisión muy a fondo si se quiere mantener aquél modelo. Se dijo que las competencias transferidas eran solo “de gestión”, pero pronto se ha puesto de manifiesto que en la práctica han ido mucho mas allá, introduciendo cambios en algunos casos que lo hacen muy diferente de unas a otras comunidades autónomas. Decisiones como la de que las cantidades que para la prestación del servicio les transfiere el Estado no tengan carácter finalista, permiten en la práctica políticas de gestión del servicio muy distintas de unas comunidades a otras.
Aceptar que pagando todo con dinero público, una determinada comunidad autónoma, puede privatizar la gestión, financiando así el servicio más las ganancias del gestor privado, no solo no es de recibo, sino que ofrece muchas dudas sobre su legalidad. Me sorprende que los sucesivos Gobiernos centrales ni siquiera hayan planteado ante los Tribunales un tema de tanta gravedad y alcance. Recurre ahora el Gobierno lo del euro por receta en Cataluña y Madrid, pero ¿no debiera de hacerse también con las concesiones de gestión privada que ocultan negocios y ganancias de escándalo?
Conviene recordar que el presupuesto de la Seguridad Social ha registrado mas ingresos que gastos a lo largo de muchos años, y que este excedente, año tras año, se lo apropió en gran parte el Estado para financiar otros servicios que este debiera haber financiado mediante sus ingresos ordinarios, y no echando mano de la Caja de la Seguridad Social. Solo hasta hace pocos años se decidió transferir parte de este superávit para la creación del Fondo de Reserva.
¡Ojo! Estamos ante uno de los principales problemas de la sociedad española en la actualidad. El mayor factor de cohesión social, económica, política e incluso territorial del país es precisamente su sistema de Seguridad Social (Pensiones y Sanidad) al que algunos llevan dando jaque desde hace bastantes años. Poco podemos esperar de la derecha española, históricamente solícita a los pedimentos del capital nacional y extranjero para este quedarse con todo lo bueno que le interesa. Pero ¿Y la izquierda? ¿No tiene nada que decir? O es que, cautiva acaso de sus intereses electorales inmediatos en determinadas comunidades autónomas, ¿va a mirar para otro lado ante un tema de tanta gravedad? Si así fuese ¿no se estaría haciendo cómplice de los intereses de la derecha económica que se quiere quedar con el sistema nacional de salud?
El momento presente requiere de los partidos de izquierda una posición clara, inequívoca y firme para rehacer -sí rehacer- el servicio nacional de salud, público y universal. Es una demanda de las clases trabajadoras, de las clases medias, y mayoritaria del conjunto del país como lo demuestran las amplias plataformas sociales constituidas en su defensa.
Xesús Mosquera Sueiro
21 de Enero de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario