miércoles, 20 de febrero de 2013

Gitanos perseguidos

En los campos de Dachau, Auschwitz, Bergen Belsen, Ravensbrück y otros, padecieron y sufrieron miles de gitanos, sobre todo a partir de la ocupación de Austria por la Alemania nazi en 1939. A casi cien kilómetros de Berlín, hacia el norte, se encuentra el campo de Ravensbrück, donde miles de gitanos, junto con judíos, izquierdistas y otros opositores al régimen nazi, padecieron ultrajes, mutilaciones y la muerte. En la Baja Sajonia está Bergen Belsen; al norte de Munich, Dachau; cerca de la polaca Cracovia, Auschwitz. En todos ellos padecieron los gitanos, y entre ellos la familia, muy numerosa, de Ceija Stojka, que ha dejado una obra escrita y plástica sobre sus vivencias cuando niña y joven.

Pero tras la derrota nazi en 1945 los gitanos siguieron segregados y perseguidos en la Europa que se reconstruía. Comunidades difíciles de asimilar por las mayorías, algunos gitanos supieron adaptarse y sobrevivir, pero en general no se ha hecho justicia con ellos. El Museo Judío de Viena ha tratado, en 2004, de resarcir en parte aquella injusticia, presentando la obra de Stojka, que ha muerto hace unos días a la edad de 79 años.

Cuando tenía ocho, en 1941, vio como la Gestapo se llevaba a su padre; más tarde pudo recuperar a cinco miembros de su familia, después de penalidades que nos ha dejado reflejadas en pinturas, dibujos y obras, una de las cuales es "Viajeros en este mundo" (1992). Relata su vida en la comunidad gitana a la que perteneció, dedicada al mercadeo nómada de caballos, hasta que los nazis prohibieron en Austria esta actividad. Entonces su familia se instaló en las afueras de Viena, en una pequeña casa de madera.

El testimonio de Ceija Stojka debe servirnos, creo yo, para reflexionar sobre la historia de Europa, que es nuestra historia, para reflexionar sobre una comunidad a la que estamos unidos (a pesar de muchos) desde el siglo XV, cuando los primeros gitanos entraron en la península Ibérica por la corona de Aragón. Egipcianos se les llamó; caldeos en otras ocasiones. No se integraron como los judíos en las ciudades, ni como los moriscos en el campo. Los gitanos, menores en número, padecieron la marginación y el desprecio, pero ha llegado el momento de que se les recuerde, se les reconozca su sufrimiento y su cultura, lo que en mucho debemos a Stojka (abajo).

L. de Guereñu Polán.
GITANOS PERSEGUIDOS

En los campos de Dachau, Auschwitz, Bergen Belsen, Ravensbrück y otros, padecieron y sufrieron miles de judíos, sobre todo a partir de la ocupación de Austria por la Alemania nazi en 1939. A casi cien kilómetros de Berlín, hacia el norte, se encuentra el campo de Ravensbrück, donde miles de gitanos, junto con judíos, izquierdistas y otros opositores al régimen nazi, padecieron ultrajes, mutilaciones y la muerte. En la Baja Sajonia está Bergen Belsen; al norte de Munich, Dachau; cerca de la polaca Cracovia, Auschwitz. En todos ellos padecieron los gitanos, y entre ellos la familia, muy numerosa, de Ceija Stojka, que ha dejado una obra escrita y plástica sobre sus vivencias cuando niña y joven.

Pero tras la derrota nazi en 1945 los gitanos siguieron segregados y perseguidos en la Europa que se reconstruía. Comunidades difíciles de asimilar por las mayorías, algunos gitanos supieron adaptarse y sobrevivir, pero en general no se ha hecho justicia con ellos. El Museo Judío de Viena ha tratado, en 2004, de resarcir en parte aquella injusticia, presentando la obra de Stojka, que ha muerto hace unos días a la edad de 79 años. 

Cuando tenía ocho, en 1941, vio como la Gestapo se llevaba a su padre; más tarde pudo recuperar a cinco miembros de su familia, después de penalidades que nos ha dejado reflejadas en pinturas, dibujos y obras, una de las cuales es "Viajeros en este mundo" (1992). Relata su vida en la comunidad gitana a la que perteneció, dedicada al mercadeo nómada de caballos, hasta que los nazis prohibieron en Austria esta actividad. Entonces su familia se instaló en las afueras de Viena, en una pequeña casa de madera.

El testimonio de Ceija Stojka debe servirnos, creo yo, para reflexionar sobre la historia de Europa, que es nuestra historia, para reflexionar sobre una comunidad a la que estamos unidos (a pesar de muchos) desde el siglo XV, cuando los primeros gitanos entraron en la península Ibérica por la corona de Aragón. Egipcianos se les llamó; caldeos en otras ocasiones. No se integraron como los judíos en las ciudades, ni como los moriscos en el campo. Los gitanos, menores en número, padecieron la marginación y el desprecio, pero ha llegado el momento de que se les recuerde, se les reconozca su sufrimiento y su cultura, lo que en mucho debemos a Stojka (abajo).

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