lunes, 4 de marzo de 2013

LUCHA SINDICAL SI, PERO MUNDIAL Y SOLIDARIA

Este año 2013 toca realizar los procesos congresuales de las dos grandes confederaciones sindicales de  nuestro país, UGT y CC.OO. Con este motivo, cientos de miles de trabajadores y trabajadoras, van a reflexionar, debatir, proponer y en su caso decidir objetivos y pautas de acción, organización y lucha para los próximos cuatro años.
Lo hacen en un momento particularmente difícil para el sindicalismo en España y en el resto de Europa, porque el poder financiero, el gran capital, va ganado la batalla y además por goleada. Por eso es tan necesaria, tiene tanto mérito y merece tanto apoyo el esfuerzo y la lucha de la clase trabajadora, sus organizaciones, y sus representantes.
Conviene no olvidar sin embargo que la partida que se está jugando, tiene como tablero el mundo entero. La sindical, es una lucha global, mundial, que supera por lo tanto el ámbito de los estados y de las naciones. Esto ya lo sabían bien los sindicalistas y los líderes obreros del siglo XIX, pero ha pasado mucho tiempo desde entonces, y principios básicos del sindicalismo de clase como este del internacionalismo, hoy están casi olvidados en la práctica.
Siendo verdad que lo importante y necesario es la lucha organizada de la clase trabajadora, empresa a empresa, sector a sector, pueblo a pueblo y país a país, no es menos cierto que esta lucha puede verse reducida a una simple acción defensiva,  testimonial e impotente, mientras se retrocede, lenta pero inexorablemente ante la presión y la fuerza del capitalismo internacional cada vez mas poderoso y mejor organizado.
Pensar globalmente, actuar localmente. Esta es una máxima acertada del movimiento ecologista mundial, muy válida también para que el sindicalismo y los sindicalistas del siglo XXI entiendan y sepan “leer” la partida o batalla que les toca jugar o librar, pues de lo contrario la tienen perdida de antemano. Es preciso entender los movimientos, los objetivos, las estrategias y las políticas del gran capital financiero  y su ideología global, el neoliberalismo, para poder actuar con acierto en la lucha y en la acción sindical en el nivel local y nacional. Pero además, es que se necesita, es condición indispensable actuar y luchar  -insisto, luchar- sindicalmente en el plano internacional.
Hace mucho tiempo ya que sabemos que el poder de las empresas multinacionales supera, y de lejos, al de muchos estados. Supera incluso al de la Organización de las Naciones Unidas, llegando a imponer guerras favorables a sus intereses, o decisiones de poderes paralelos como el G-8 o el G-20, o consignas nacidas de Foros como el de Davos, que son los que de verdad parecen gobernar el mundo. Los acuerdos de las Naciones Unidas se quedan en papel mojado, o simplemente se ignoran como está sucediendo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y muchos de sus organismos especializados como la FAO, la OIT o la UNESCO, están siendo condenados al ostracismo con recursos cada vez mas escasos, mientras otros como el FMI se utilizan con descaro al servicio exclusivo de los intereses del capitalismo internacional y sus empresas multinacionales, controladoras de los recursos y de las materias primas básicas, y creadoras de una economía internacional paralela a la de los estados y asentada en la especulación,   el fraude y los paraísos fiscales.
No basta con la existencia de una gran Confederación Sindical Internacional (CSI), que “haga cosas” pero que luego sirve de poco para frenar la explotación, extender el respeto a los derechos laborales y a los derechos humanos en el mundo, frenar el trabajo infantil, la explotación de la mujer, el tráfico de seres humanos, o denunciar las maniobras especulativas de las grandes multinacionales. No basta con que en el seno de algunas de esas multinacionales existan representantes sindicales, obligados a  hacer suyos los intereses de la empresa a veces incluso cuando esta incumple sus elementales obligaciones fiscales, o paga salarios míseros en los países en que opera.
A pesar de los esfuerzos de Méndez y Toxo - su actual Presidente -, tampoco está siendo suficiente el papel de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), impotente para neutralizar en Europa la nefasta política mal llamada de austeridad, y frenar el objetivo del progresivo desmantelamiento del Modelo Social Europeo, con el consiguiente avance del desempleo, la precariedad laboral, los bajos salarios y la pobreza.
El sindicalismo del siglo XXI ni puede ser eficaz actuando solo país a país, ni careciendo de un pensamiento sindical global, mundial, con organización, programas, objetivos y líderes que den la batalla y luchen en el plano internacional. Estructuras sindicales en el plano internacional actualmente las hay, pero están desaparecidas cuando mas se las necesita. En este sentido algo tiene que cambiar y pronto.
Xesús Mosquera Sueiro / 4 de Marzo de 2013.

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