lunes, 11 de marzo de 2013

Una política repugnante

El acosador de Ponferrada
Cuando se habla de reformas en la ley electoral se hace bien, porque lo cierto es que una buena ley electoral es difícil de acordar, dados los intereses en juego. Si ningún partido alcanza mayoría suficiente para gobernar por sí mismo se han de producir pactos. Si para evitar lo anterior se produjesen dos vueltas, solo quedarían representados en el Ayuntamiento (por poner un ejemplo) los dos partidos o candidaturas más votadas. No parece la mejor solución. Todo sistema mayoritario es peor que los sistemas proporcionales.

Los pactos tras las elecciones -sobre todo en el ámbito municipal- han dañado mucho a la acción política, han producido desafecciones en la ciudadanía y han resultado nefastos en no pocos casos. Ahora se habla de una pequeña ciudad minera en el Bierzo leonés, gobernada hace años por un acosador convicto. La víctima fue una joven concejala, correligionaria suya y ahora fuera del país. El Partido Popular, al que pertenecía, no hizo gran cosa por apartar al acosador, pero lo cierto es que él si se apartó, estableció su propia candidatura en unas nuevas elecciones y... pactó con el Partido Popular. En definitiva volver a las mismas, aunque ahora el alcalde no fuese el acosador.

Un ambiciosillo concejal socialista, con el apoyo de otros ambiciosillos de menor cuantía, apoyados por un dirigente nacional del Partido Socialista, se las arreglaron para desalojar de la alcaldía al "popular" y ponerse el ambiciosillo. Para ello había que contar con el apoyo del acosador convicto. Y no hubo inconveniente a pesar de que el dirigente nacional se desdijo y desautorizó la operación. Mal este último por el error cometido, pues su alta responsabilidad le debió hacer más prudente; mal los "sociolistos" a tenor del poco afecto al partido y sí al efímero poder de una alcadía y otros cargos edilicios; mal el Partido Popular no ahora, sino hace años, cuando alimentó al acosador, lo mantuvo, no lo apartó de inmediato, sino que se apartó aquel y mal, muy mal, el acosador, que debe de ser un pájaro de cuenta al no tener ni vergüenza para retirarse de toda ocupación pública.

Mal también -creo yo- los seis mil ponferradinos que votaron al acosador como si serlo no fuese una indignidad que mancha en diverso grado al protagonista y a sus apoyos electorales. Todo mal, vaya por Dios. Sirvan estos casos para que vayamos aprendiendo y no demos jamás nuestro voto a quienes actúen con tanta ligereza, dervergüenza y miseria política.
L. de Guereñu Polán.

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