Que
el rey de España encubrió al señor Urdangarín en los delitos que este
pudo haber cometido parece evidente a la luz de las informaciones no
desmentidas (e incluso confirmadas) que han ido apareciendo. Que influyó
en la consecución de ciertos logros abusivos, e incluso criminales, del
señor Urdangarín, no está todavía claro, pero cada vez está más próxima
la verdad sobre este asunto.
El perdón que el rey dirigió a
los españoles tras una cacería en el sur de África, se queda corta ante
el enorme perdón -y algo más- que debiera pronunciar con la situación
actual. El artículo 56 de la Constitución española ortorga al rey "la
más alta representación del Estado español en las relaciones
internacionales...", y alguien que tiene tanta responsabilidad no puede
incurrir en los graves errores que parecen evidentes. Un rey no está
para practicar el nepotismo (aunque históricamente lo hayan hecho), ni
para encubrir a un yerno u otro familiar cualquiera, y parece que esto
es meridianamente claro.
Que "la persona del Rey es
inviolable" (art. 56.3 de la Constitución) debiera revisarse en la
reforma constitucional que se lleve a cabo (creo que no lo verán mis
ojos), pues tal prerrogativa debiera solo existir (como en el caso de
cualquier Presidente de una república) en los casos de actuaciones
oficiales, no privadas. Por otra parte, dicha prerrogativa, lejos de
conferir ventajas al rey en la esfera de lo público, lo que hace es
reducir su poder constitucional.
Cualquier español podría
pensar, legítimamente, que se da el caso del art. 59.2 de la
Constitución cuando esta dice que "si el Rey se inhabilitare para el
ejercicio de su autoridad..." debiera asumir sus competencias una
Regencia con el consentimiento de las Cortes, donde reside la soberanía
nacional. Quizá esta exigencia fuese desestabilizadora, pero yo lo
planteo solo como una cuestión ética y de legitimidad por parte de
cualquier ciudadano, en el uso de su libertad de expresión y de
conciencia.
Claro que los escándalos que la casa del rey está
protagonizando no son nada en comparación con otros anteriores: el rey
Alfonso XIII dio su visto bueno a un golpe de Estado, colaboró con una
dictadura, sus descencientes (el conde de Barcelona en particular)
apoyaron con denuedo al sanguinario Francisco Franco durante la guerra
civil de 1936-1939; el citado rey Alfonso XIII tuvo evidentes
responsabilidades en el desastre de Annual (1921), donde murieron miles
de españoles, la inmensa mayoría de familias humildes, y luego en el
"informe Picasso", asunto de lo más turbio que a un rey moderno haya
pasado.
No me remonto a las intrigas palaciegas de don Alfonso,
"el rey soldado", que lejos de entender lo que era un rey
constitucional, se entretuvo en contínuas interferencias a unos y otros
gobiernos. Si vamos más atrás aún encontramos casos más escandalosos con
la reina Isabel II, verdadera pesadilla para el funcionamiento del
régimen constitucional español. En fin, una dinastía no ejemplar
precisamente, una monarquía que ya ha perdido el norte pero que, con
casi total seguridad, tendrá muchas más oportunidades. (Abajo un
reyezuelo, curiosamente un pájaro).
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