Ineptitud y venalidad
Los
tiempos que nos han tocado vivir, aproximadamente en los últimos veinte
años, no son propicios para el optimismo. Es cierto que hay más
patronos que empresarios en España, más especuladores que verdaderos
inversores, más cuentistas que científicos, más defraudadores que
pagadores (en términos relativos). En cuanto a las personas que ocupan
cargos públicos no diré nada sobre los alcaldes y concejales porque son
legión y hay de todo. Yo mismo fui concejal de mi pueblo y tuve que
enfrentarme (dialécticamente) a un alcalde tan torpe y embrutecido que,
cada vez que viajando veía un asno, en medio de cierta alucinación me
parecía estarlo viendo a él. Luego asocié al animalillo con cierto tipo
de alcaldes que he conocido.
En fin, vamos a lo más serio: han
proliferado demasiado los nombramientos frívolos en favor de personas
ineptas para el cargo al que fueron encumbradas (no necesariamente para
cualquier cosa) como es el caso de la actual ministra de Sanidad, la
Presidenta de Castilla-La Mancha y pasados ministros y ministras del
presidente Zapatero. Lo malo es que algunos de estos, además de ineptos,
son venales. Es decir, no cejan ante la tentación dineraria, cobran
varios sueldos al tiempo, andan en negocios privados, se relacionan con
delincuentes y contrabandistas, narcotraficantes y usureros. Hay una que
dice no tener causas con la Justicia porque el delito del que se le
acusó ha prescrito. Hay que ser sinvergüenza para seguir, sabiendo que
de no haber pasado el tiempo procesal ahora estaría condenada, como toda
evidencia permite ver. Hay otro que se ha codeado con narcotraficantes
en seguidismo de su partido, donde este tipo de personajes han sido
siempre agentes electorales, financiadores de campañas, pagadores de
banquetes, compradores de sabe Dios que.
Hay un ministro de
Educación que es un mal educado, que no contesta a las demandas de los
docentes y de los discentes, que incita a la descompensación
territorial, que subvenciona a centros educativos privados, que
desabastece de recursos a los públicos. Hay senadores que nunca han
presentado una proposición de ley, que nunca han intervenindo en
comisión ni pleno (véanse las actas del Senado), hay diputados que
jalean -pero no más- desde sus escaños al señorito de turno, que dicen
"que se jodan" cuando se trata de parados, que comparan a los
manifestantes pacíficos con los nazis, especie con la que estuvo
maridado el régimen al que sirivió el fundador de su partido (un tal
Manuel Fraga y un tal PP).
Hay quienes niegan la evidencia,
pagan sueldos millonarios por no hacer nada, para comprar silencios,
para seguir en la poltrona, para recibir pingües ayudas económicas;
legislan en favor de la degradación de la costa para contentar a unos
cuantos especuladores del suelo, detentadores de la riqueza raíz,
verdaderos culpables de uno de los aspectos más negros de nuestra actual
crisis. Ha habido altos cargos que procedían de partidos
extraparlamentarios, de la izquierda más prístina, y que han sucumbido a
las moquetas, a los cuadros señoriales y a los nombramientos a dedo.
Otros han dejado el ministerio y se han pasado en la madrugada siguiente
al consejo de administración de la empresa a la que quizá favorecieron
antaño... Contra todo esto tiene que estar una sociedad sana, pero no
estoy seguro de que la tengamos, de que yo mismo esté libre de la
ponzoña que respiro cada día.
Las mujeres y los hombres cultos
del Renacimiento (y no tan cultos) hablaban de la "virtú", de esa
cualidad por la que uno puede ser más o menos apto, más o menos
instruído, más o menos experimentado, pero ante todo conserva la
honradez con la que nació. Hoy escasean los ejemplos de esto (estoy
seguro de que están aplastados por la barbarie) y relucen con todo su
impudor los venales, los miserables, los vendepatrias. Y todos estos,
cuando se encuentran atrapados, cuando no tienen salida, siempre usan
del mismo modo: mentir, mentir mil veces si hace falta, pero no ceder
nunca; reventar mintiendo si hace falta, y seguir mintiendo.
L. de Guereñu Polán.
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