domingo, 7 de abril de 2013

La izquierda americana

Jesús Zambrano
Por representantes de la izquierda americana entiendo los casos de Uruguay con el presidente Mujica, ejemplo de honestidad, Jesús Zambrano en México, la señora Rousef en Brasil y la señora Bachelet en Chile. El caso de Argentina es un bluf en toda regla, un populismo más al más puro estilo peronista; los casos de Venezuela, Ecuador y Bolivia son desiguales, pero tienen mucho de verborrea y poco de socialismo. El caso de Cuba es claramente aberrante.

El Partido Revolucionario Democrático de México, por ejemplo, ha dado muestras de querer incidir en el gran país mediante un acuerdo muy exigente con el desprestigiado PRI, aunque haya ganado las elecciones (hablo, logicamente, desde mi punto de vista). Jesús Zambrano, lider de aquel partido, ha señalado que la izquierda mexicana no puede estar contemplando al presidente de la República como el "ogro filantrópico" al que se refirió el gran Octavio Paz. Consciente de la gran oposición que suscita su partido entre los grandes empresarios, banqueros y demás ricachones del país, ha optado por una política consistente en ofrecer programas, soluciones, debates, ideas nuevas sobre una multitud de asuntos: la violencia de los narcotraficantes y de sus socios, algunos funcionarios, la renovación de la principal empresa del país, Pemex, el reparto de la renta del país, la revisión de las relaciones con Estados Unidos sobre todo en materia económica y otros asuntos que se pueden leer en las publicaciones del partido.

La señora Rousef, en Brasil, está llevando a cabo una política continuadora de las de los presidentes Cardozo y da Silva (Lula), en cuyas épocas Brasil dejó de ser un país dependiente y ahora es un país emergente, ha combatido en buena medida la corrupción, ha saneado la economía, ha integrado a comunidades indígenas en el camino al desarrollo y ha combatido con algún éxito los egoísmos de unos pocos. Creo que Brasil es la verdadera potencia regional a la que deben arrimarse los demás países de América del Sur (el caso de México tiene una explicación geoestratégica distinta).

La señora Bachelet, que gobernó con dignidad Chile durante varios años, siguiendo la política claramente modernizadora y democratizadora de su predecesor, el presidente Lagos, tiene también una batería de propuestas que son muy interesantes: en orden a las rentas del cobre, del salitre, de la pesca, de algunos sectores industriales, y en contra de algunos grandes empresarios que están haciendo el agosto durante al actual mandato conservador. Leer el programa de los socialistas chilenos es aleccionador para los europeos.

Simpático ha estado -en una conversación privada que ha trascendido- el presidente uruguayo Mujica, refiriéndose a la presidenta argentina como "la vieja" y a su predecesor como "el tuerto". El señor Mújica sabe que Argentina no está en manos de socialistas, aunque quieran parecerlo con algunas políticas nacionalizadoras que tienen más de espectáculo que de otra cosa, sino de personas atadas a compromisos oligárquicos, aunque distintos de los de hace décadas, y de ahí los problemas con los agricultores y la falta de previsiones para las necesidades de los miles de familias que han sufrido recientes inundaciones. Mujica sabe, no obstante, que su política interior debe seguir siendo la de regenerar al país contra los partidos colorado y blanco, verdaderos lastres hasta hace poco. Sabe también que su política exterior está condicionada por la vecindad de Brasil y Argentina: leerle permite saber que lleva a su pueblo por el camino acertado, cortando todo intento de control por parte de los ricachones uruguayos, que se habían repartido el país durante dos siglos. Ahora, al menos, las rentas del Estado van dirigidas a la población civil. 
L. de Guereñu Polán.

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