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Beate Klarsfeld |
Si los citados en el título, el judío Simon Wiesenthal y el matrimonio
formado por Beate y Serge Klarsfeld, no hubiesen dedicado su vida a
perseguir a los nazis que se ocultaban de la Justicia, muchos crímenes
hubiesen quedado impunes y muchas personas no hubiesen tenido que rendir
cuentas por ellos.
Una estúpida dirigente del Partido Popular
ha dicho que los que practican escraches actúan como los nazis. ¿Que
sabe ella de los nazis, de sus víctimas, de las atrocidades que vivió el
mundo hasta 1945, de las monstruosidades que se descubrieron después,
que se perpetraron antes, de los asesinatos en masa, de los abusos sin
límite? Esta estúpida dirigente que no hace más que decir babosadas y
cobrar tres sueldos a un tiempo, ¿tiene autoridad moral para decirle a
la gene lo que es lícito y lo que no? ¿donde hay una ley en nuestro país
que prohíba el escrache?
En primer lugar todo el que practica
el escrache debe saber que es una práctica pacífica, aunque incómoda
para el que sufre la proximidad, la exigencia, quizá las impertinencias
de los manifestantes. Es una forma más de libertad de expresión y
manifestación que -dentro de límites razonables- debe protegerse. Los
cargos públicos que fuesen merecedores de ello debieran estar
orgullosos, y recibir con cortesía a quienes practican escraches,
hablarles, escucharles, llegar quizá a compromisos, hacer un seguimiento
de los mismos, porque cuando la población decide acudir al domicilio de
un cargo público es que está ya harta de tanta estupidez, de tanta
burla y de tanta desidia.
Los cargos públicos españoles, como
cualquiera otro de un país democrático, no merecen la consideración de
nazis, obviamente; mucho menos los que practican los escraches, por
mucho que se empeñe la babosa dirigente conservadora. La hija de un
soldado del ejército alemán bajo las órdenes de Hitler, Beate, y su
esposo, el hijo de un hombre que sufrió en el campo de concentración de
Auschwitz, junto con Simon Wiesenthal, un judío que sufrió en el campo
de concentración de Mauthausen, dedicaron buena parte de sus vidas al
escrache, a perseguir nazis, a delatarles, a exigirles
responsabilidades, a ir a sus casas, a sus trabajos y -que se sepa-
nunca practicaron la violencia.
La asimetría que a propósito he
elegido viene a cuento porque también es totalmente asimétrica la
actitud lícita y digna de los que hacen escraches y las babosadas
salidas de la boca de una dirigente que debiera ser respetuosa con las
libertades conquistadas; a no ser que esté dispuesta a correr el riesgo
de que ciertas formas filofascistas vuelvan a enseñorearse por nuestro
país. El escrache debe de ser amparado, ejercido con prudencia, dejado
de lado cuando las circunstancias no lo hagan necesario, no abusar de
él... pero no renunciar a él. Los cazadores de nazis hicieron
espléndidos escraches e investigaciones para que se impusiese la
justicia sobre la impunidad; la ciudadanía debe buscar esa misma
justicia contra la estupidez, la indolencia y la insensibilidad de
algunos cargos públicos.
L. de Guereñu Polán.
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