viernes, 12 de abril de 2013

Menos mal que nos queda Portugal (solo retórica)

Paisaje del Alemtejo
El país hermano (al menos yo le tengo un aprecio especial) está en una situación desesperada. Y cuando digo el país no me refiero al Estado, que también, sino al conjunto de la población, formada por trabajadores de todas clases. Los señoritos de las quintas siguen igual que siempre: han conseguido ganar las elecciones, probablemente por los errores de la izquierda, y ahora campan por sus respetos, es decir, someten a la población a condiciones de vida ínfimas si tenemos en cuenta que estamos en el siglo XXI y en Europa.

Como es sabido, el partido de derechas más fuerte en Portugal se llama "social demócrata", lo que ya debiera servir para desprestigiar la frase a ojos de la izquierda, pero en fin, dejemos este asunto en muy último plano. El primer ministro portugués siempre estuvo con los suyos: ideas conservadoras, economía de mercado caiga quien caiga y luego alcalde a finales del pasado siglo. Estuvo siempre ligado al empresariado portugués en funciones no precisamente productivas. Desde el punto de vista ideológico, por lo que le llevo escuchando y leído, no pasa de ser un nacionalista portugués sin más.

Portugal no sabe, fiablemente, su tasa de paro; la economía sumergida es enorme en términos relativos, lo que representa una lacra insoportable para el Estado (y para la población, que la soporta), tiene unos desequilibrios regionales más acusados que los de España con ser un país más pequeño; hay regiones como el Alemtejo, Beira Alta, Beira Baixa y Tras-os-Montes cuyo nivel de renta medio es inferior al de Grecia. Una clase media (comprende desde el proletariado hasta los profesionales y los obreros de "cuello blanco") que se había ido formando desde los años setenta y más desde la entrada de Portugal en la Unión Europea, está depauperada, lo que ha hecho que el consumo haya descendido. Las exportaciones portuguesas no "salvan" al país, como se pude decir de España (con todas las reservas).

El Gobierno portugués es más presa de la política comunitaria (en manos de conservadores o tecnócratas de "izquierda") que cualquier otro de la Europa comunitaria, incluído el Chipre griego. Los salarios del sector público están congelados cuando no han descendido en términos reales, los trabajadores de la industria han perdido poder adquisitivo como consecuencia del alza de los precios por la competencia de los países más ricos de la U.E.; la banca portuguesa, antes autónoma en algunos de sus ejemplares, ahora no es más que una caricatura, simple sucursal de la alemana, la española, la inglesa o la norteamericana.

Las relaciones con las antiguas colonias se han deteriorado, pues los gobiernos de los países africanos, sobre todo, saben de la debilidad de la antigua "potencia colonizadora", además de que no ha existido una política de colaboración acertada para que las economías de aquellos países y de Portugal convergiesen. Mientras tanto Portugal tiene a alguno de sus más notables personajes entretenidos y perdiendo el tiempo en la Comisión Europea (Durâo Barroso) y los intelectuales de más prestigio (Carlos Reis, Álvaro Siza, María de Medeiros...) critican con dureza a un Gobierno que sacrifica a su país por exigencias no solo de la oligarquía nacional, representada en la "democracia cristiana" lusa mejor que en ningún otro lado (y que está coaligada en el Gobierno con Passos Coelho), sino de la internacional.

El acuerdo para que el Fondo Monetario Internacional haya concedido un préstamo a Portugal de 78.000 millones de euros ha traído contrapartidas nefastas para los portugueses de a pie, porque el FMI está formado por contables, no por políticos ni por representantes de los intereses populares. El Gobierno portugués ha recortado el gasto público y la economía del país se ha reducido un 5% entre 2011 y 2012, cuando la población ha crecido a pesar de la emigración, que ha vuelto a aflorar con fuerza.

Los sindicatos, antes pujantes, siguen siendo activos, pero sin la fuerza de antaño, sobre todo por las decepciones sufridas con la izquierda en general. Cuando todo esto pase y las heridas (muy ulcerosas en muchos portugueses) empiecen a restañar ¿se habrá aprendido la lección o se volverá a caer en los mismos errores que han llevado al poder político a los mismos que ya tenían -y tienen- el económico?
L. de Guereñu Polán.

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