Que
el desplome de un edificio donde trabajaban unas tres mil personas en
Dacca, haya causado la muerte de más de 300, más de mil heridos y
cientos de ellos estén desaparecidos entre los escombros, debiera
estremecer al mundo. No porque no existan otros problemas mayores (la
guerra en Siria, por ejemplo) sino porque no es más que un ejemplo de
los muchos que se podrían poner aquí sobre las condiciones laborales en
las que trabajan millones de obreros.
¿Que está haciendo la
Organización Internacional del Trabajo sobre este particular? ¿Que está
haciendo el sindicalismo internacional? ¿Que la Internacional
socialista, a la que ni siquiera he oído decir ni "mu"? En su página de
Internet -que he consultado- no hay referencia alguna al grave caso de
Dacca. Empresas como El Corte Inglés, Primak (R.U.), Loblaw (Canadá) o
Grow PWT (Dinamarca) obtienen beneficios muy sustanciosos a costa de las
vidas ahora perdidas, a costa de los heridos y de los desaparecidos. Y
digo esto con plena conciencia de lo que digo; porque si estas empresas
hubiesen dicho: "No; no queremos que nuestros productos se elaboren en
estas condiciones por los trabajadores hacinados en un edificio que se
puede desplomar", otro gallo nos cantara. Estas empresas, y otras
muchas, han preferido los beneficios. Se trata de preferir las vidas.
La vida es un bien absoluto; los beneficios de las empresas no son más
que un bien relativo; es más, si se trata de beneficios obtenidos
ilícitamente, ni siquiera son un bien. La moral que predicamos a los
cuatro vientos se va por los aires cuando descubrimos tragedias como la
que ahí se trata. El Gobierno de Bangladesh sabe de la situación que
padecen sus trabajadores, pero prefiere que la empresas occidentales se
instalen en el país antes de exigirles condiciones que las ahuyentaría.
La ONU, por medio de la OIT, debe ser más incisiva, incluso debe ser
combativa ante situaciones como esta. Ahora miles y millones de personas
trabajan en condiciones de miseria extrema... pero todavía no se han
derrumbado los edificios en los que trabajan. ¿Habrá que esperar a que
falle un pilar, una pared medianera, para que nos alarmemos de nuevo?
Mientras no se combata con denuedo el egoismo de las empresas
transnacionales, mientras se permita que legislaciones espurias
conduzcan a estas situaciones, mientras los derechos humanos no sean
concebidos universalmente, sino solo para los casos más visibles, miles
de edificios ruinosos estarán a punto de derrumbarse y de sepultar a
miles de trabajadores que trabajan doce horas al día -comen en el mismo
lugar de trabajo- para caer aplastados por los cascotes un día u otro.
Desde aquí denuncio a lor organismos internacionales que no llevan ante
la Justicia a los responsables, a los gobiernos que permiten
situaciones como la descrita, a los dirigentes sindicales que no se
dejan la piel en la denuncia de estos casos, a los empresarios
desaprensivos y criminales, a todos los que, pasivamente, estamos
pensando en estupideces mientras unos 3.000 mil millones de personas
trabajan para llenar la barriga y la boca a los dueños de El Corte
Inglés, por ejemplo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario