martes, 7 de mayo de 2013

Por que haré huelga el 9

El ministro Orovio, inspirador de la nueva ley, al parecer
En primer lugar porque la mal llamada ley para la mejora educativa pretende retrotraenos a un país donde la democracia no fuese una realidad. Pretende acabar con la atención a la diversidad, con los agrupamientos específicos, con la potenciación de la enseñanza profesional, con los recursos para laboratorios de idiomas, para lectores de francés e inglés; pretende acabar con la ratio alumnos/profesor que los organismos internacionales, los congresos de profesores y pedagogos han establecido como razonable y deseable. La nueva ley pretende reducir las horas lectivas de disciplinas fundamentales como la Filosofía, hacer desaparecer la Historia del Arte como disciplina optativa, la Literatura Universal; reduce la importancia de la Música y deja en pañales el estudio de la Tecnología. En cambio se apuntala el estudio de la Religión católica para los que lo deseen.

La nueva ley restringe hasta el mínimo las becas con nuevas exigencias, con lo que estudiar, para los alumnos más necesitados, será más difícil (debe tenerse en cuenta que no estudiarán bachillerato aquellos que sepan no van a contar con ayudas para estudiar una carrera Universitaria). Se reducen los ciclos formativos, primando a aquellos que tienen un menor coste económico. Por ejemplo: con los recursos que se destinarán será difícil que haya ciclos formativos de acuicultura, jardinería, madera, preimpresión y otros.

La nueva ley educativa, si se aprueba -y se aprobará si no lo remedia un cataclismo- reducirá los recursos para dotar de profosores a los centros públicos (restricción de oposiciones) con lo que aumentará el número de licenciados en paro; se extinguirán los profesores de pedagogía terapéutica en los Institutos, quedando reducidos a las escuelas de primaria (y ya veremos), los alumnos con más necesidades pedagógicas y didácticas verán reducidas las ayudas que ahora reciben. La nueva ley (una verdadera amenza para la enseñanza pública) primará a los centros privados que segreguen a los alumnos por sexo o raza (se concentrará a los alumnos gitanos en los centros públicos no urbanos) y se dotará a los centros privados (concertados y de elite) de medios que hasta ahora iban destinados a los centros estatales. Solo han de cumplir ciertas condiciones que no cumplirán. Y no lo harán porque esta es la política que ya se está llevando a cabo aún antes de aprobarse la ley.

Participaré en la huelga del día 9 porque nuestro país se alejará de aquellos que más progresos han experimentado en materia de enseñanza: Finlandia, Holanda, Dinamarca, Canadá, Alemania, algunos estados de Estados Unidos... La enseñanza pública no es una prioridad para el actual Gobierno, es un estorbo. La derecha siempre lo ha visto así: cuando se acordó el Concordado con la Iglesia católica en 1851, cuando se expulsó a los profesores que ejercían su libertad de cátedra a partir de 1936, cuando se privó a los centros de comedores escolares donde los alumnos se socializaban fuera del aula, en el propio centro, con lo que se incrementó el gasto en transporte (empresas privadas por medio).

El Consejo Escolar -del Estado y de cada centro- quedará disminuído en sus funciones, esenciales para un compromiso de la sociedad con la enseñanza, los claustros de profesores serán meramente consultivos, las direcciones quedarán desasistidas por parte de la Administración (en realidad ya lo están) y los centros serán meras sucursales del burócrata de turno. No se toca un ápice el servicio de inspección educativa, pilar fundamental de apoyo a los centros y a cambio tendremos toda una verborrea de principios hueros que se pueden leer en el texto del proyecto de ley. Por todo esto y algo más -que no me cabe aquí- haré huelga el día 9. Es una obligación cívica a la que no pienso renunciar. 
L. de Guereñu Polán.

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