lunes, 17 de junio de 2013

El Proyecto Educativo de Centro

En las leyes educativas que han regido la mayor parte del tiempo que dura nuestra democracia (LOGSE y LOE) las dos aprobadas durante mandatos socialistas, se incorporó el Proyecto Educativo de Centro, un documento por el que cada centro de enseñanza presentaba a la sociedad cuales eran sus prioridades, cuales sus preocupaciones, como concebía la enseñanza, la integración de los alumnos, la atención a la diversidad, los retos del momento (inmigración, alumnos con problemas motrices, intelectuales, afectivos, familiares...) que medios se pondrían a disposición del alumnado, que métodos se seguirían en cada caso y como se habría de organizar el centro en orden a la consecución de los mejores objetivos.

Complementariamente, la legislación citada contempla la existencia del Proyecto Curricular del Centro, en el que participan todos los Departamentos o Seminarios de profesores: Matemáticas, Física, Historia, Fisolofía, Educación, Idiomas extranjeros, Música, Química, Expresión Plástica, Ciencias Naturales, etc. Este documento es un instrumento (digo es, pero ya no será) importantísimo, porque en él se plasman los esfuerzos de todos los profesores por integrar sus enseñanzas de manera que unas no sean un estorbo para las otras, es decir, que no haya contradicciones en cuanto a exigencia, adaptabilidad, contenidos mínimos, siempre respetando las diversas metodologías, pues cada disciplina académica tiene la suya.

Tanto el Proyecto Educativo de Centro como el Proyecto Curricular no tendrán sentido con la nueva ley que el Partido Popular quiere aprobar (y lo hará porque está dispuesto a hacer lo contrario de lo que quiere la comunidad educativa) ya que quiere contentar a una minoría de centros y de instituciones: los religiosos, los privados de elite y a la Iglesia católica. Y digo que no tendrá sentido tener un Proyecto Educativo en cada centro ni un Proyecto Curricular porque no es lo que en ellos se contenga lo que importará con la nueva ley. Lo que importará será conseguir grados de excelencia con los alumnos que tienen ventajas de salida, exigir por igual a los desiguales en oportunidades y medios, aumentar el número de alumnos por aula (con lo que muchos objetivos de atención individualizada se echan por tierra) eliminar a los profesores de Pedagogía Terapéutica, que son los que atienden hasta ahora a los alumnos con más dificultades, dejar sin contenido los cursos de adaptación curricular, pues los alumnos son discriminados al llegar al tercer curso de la educación secundaira y vaciar de recursos a la enseñanza pública: menos becas, menos laboratorios, menos bibliotecas, menos material deportvo, menos material para las clases de Tecnología, menos profesores y más profesores que impartirán clase (como ya han empezado a hacerlo) de disciplinas que no son su especialidad: en algunos Institutos hay profesores de Dibujo que están dando clase de Matemáticas, hay profesores de Francés que están dando clases de Historia, hay profeosres de Historia que están dando clase de Lengua y Literatura.

Esta es la concepción de la enseñanza que subyace en el proyecto de ley (que pronto será ley) elaborado por un ministro nefasto, por un equipo de sicarios a su servicio y por un Gobierno de mentirosos que no tienen la mínina altura moral para decir las cosas como van a ser, como va a sufrir el sistema educativo español y como nos vamos a retrotraer a décadas atrás. Pero no se crea que no hay quien se beneficia de esto: los ciclos formativos de Fornación Profesional más atractivos (los que exigen más recursos) ya se están concediendo a los centros privados, los centros concertados podrán, si así lo deciden, segregar a sus alumnos por sexo, por procedencia de cualquier tipo, podrán aceptar sus solicitudes de matrícula o no... Una desgracia de un bienio negro que amenaza con convertirse en un cuatrienio negrísimo y quien sabe si más. Pero la comunidad educativa no creo cese en su afán reivindicativo y desde aquí hago votos porque así sea.
L. de Guereñu Polán.

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