El Proyecto Educativo de Centro
En
las leyes educativas que han regido la mayor parte del tiempo que dura
nuestra democracia (LOGSE y LOE) las dos aprobadas durante mandatos
socialistas, se incorporó el Proyecto Educativo de Centro, un documento
por el que cada centro de enseñanza presentaba a la sociedad cuales eran
sus prioridades, cuales sus preocupaciones, como concebía la enseñanza,
la integración de los alumnos, la atención a la diversidad, los retos
del momento (inmigración, alumnos con problemas motrices, intelectuales,
afectivos, familiares...) que medios se pondrían a disposición del
alumnado, que métodos se seguirían en cada caso y como se habría de
organizar el centro en orden a la consecución de los mejores objetivos.
Complementariamente, la legislación citada contempla la existencia del
Proyecto Curricular del Centro, en el que participan todos los
Departamentos o Seminarios de profesores: Matemáticas, Física, Historia,
Fisolofía, Educación, Idiomas extranjeros, Música, Química, Expresión
Plástica, Ciencias Naturales, etc. Este documento es un instrumento
(digo es, pero ya no será) importantísimo, porque en él se plasman los
esfuerzos de todos los profesores por integrar sus enseñanzas de manera
que unas no sean un estorbo para las otras, es decir, que no haya
contradicciones en cuanto a exigencia, adaptabilidad, contenidos
mínimos, siempre respetando las diversas metodologías, pues cada
disciplina académica tiene la suya.
Tanto el Proyecto
Educativo de Centro como el Proyecto Curricular no tendrán sentido con
la nueva ley que el Partido Popular quiere aprobar (y lo hará porque
está dispuesto a hacer lo contrario de lo que quiere la comunidad
educativa) ya que quiere contentar a una minoría de centros y de
instituciones: los religiosos, los privados de elite y a la Iglesia
católica. Y digo que no tendrá sentido tener un Proyecto Educativo en
cada centro ni un Proyecto Curricular porque no es lo que en ellos se
contenga lo que importará con la nueva ley. Lo que importará será
conseguir grados de excelencia con los alumnos que tienen ventajas de
salida, exigir por igual a los desiguales en oportunidades y medios,
aumentar el número de alumnos por aula (con lo que muchos objetivos de
atención individualizada se echan por tierra) eliminar a los profesores
de Pedagogía Terapéutica, que son los que atienden hasta ahora a los
alumnos con más dificultades, dejar sin contenido los cursos de
adaptación curricular, pues los alumnos son discriminados al llegar al
tercer curso de la educación secundaira y vaciar de recursos a la
enseñanza pública: menos becas, menos laboratorios, menos bibliotecas,
menos material deportvo, menos material para las clases de Tecnología,
menos profesores y más profesores que impartirán clase (como ya han
empezado a hacerlo) de disciplinas que no son su especialidad: en
algunos Institutos hay profesores de Dibujo que están dando clase de
Matemáticas, hay profesores de Francés que están dando clases de
Historia, hay profeosres de Historia que están dando clase de Lengua y
Literatura.
Esta es la concepción de la enseñanza que subyace
en el proyecto de ley (que pronto será ley) elaborado por un ministro
nefasto, por un equipo de sicarios a su servicio y por un Gobierno de
mentirosos que no tienen la mínina altura moral para decir las cosas
como van a ser, como va a sufrir el sistema educativo español y como nos
vamos a retrotraer a décadas atrás. Pero no se crea que no hay quien se
beneficia de esto: los ciclos formativos de Fornación Profesional más
atractivos (los que exigen más recursos) ya se están concediendo a los
centros privados, los centros concertados podrán, si así lo deciden,
segregar a sus alumnos por sexo, por procedencia de cualquier tipo,
podrán aceptar sus solicitudes de matrícula o no... Una desgracia de un
bienio negro que amenaza con convertirse en un cuatrienio negrísimo y
quien sabe si más. Pero la comunidad educativa no creo cese en su afán
reivindicativo y desde aquí hago votos porque así sea.
L. de Guereñu Polán.
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