lunes, 10 de junio de 2013

La derechona europea

Miren ustedes por donde es la derecha europea la primera que incumple los tratados firmados solemnemente por los ventisiete países miembros de la U.E. Hay que respetar la libre circulación de mercancías, con lo que la competencia hace que los precios no suban en exceso, hay que respetar la libre circulación de capitales, con lo que se da el caso de evasiones fiscales a “paraísos” que existen solo porque unos pocos quieren, pero la derecha está limitando la libre circulación de personas como se acordó cuando se creó la U.E. No vaya a ser que indeseables como los gitanos, los turcos, los norteafricanos, los subsaharianos, los sudamericanos se cuelen en la dorada Europa.

La dorada Europa tiene poco de ideal: tiene muchas conquistas hechas, de ella han salido las principales ideas de progreso del mundo, pero ahora no está dando ejemplo a nadie. No juega el papel que debiera en el concierto de las naciones, no incide como debiera en la paz mundial, se deja arrastrar por China (al fin y al cabo una dictadura) por Japón (donde el capitalismo más salvaje excluye a un porcentaje determinado de población) y sin embargo aplica políticas económicas opuestas a las que han dado resultado en un país cuyo régimen no es socialista precisamente, como es el caso de Estados Unidos.

Alemania y otros países, con la señora Merkel a la cabeza, están limitando la entrada en la Europa comunitaria no solo a personas procedentes de fuera de sus fronteras (es lógico que todos los países tengan su política de inmigración, que puede ser más o menos integradora, más o menos humanitaria) sino a personas procedentes de países miembros de la U.E., como es el caso de Rumania, Grecia, Portugal, Bulgaria o Polonia. Tienen derecho los habitantes de estos estados, como los de los demás de la U.E., a circular libremente por todo el espacio comunitario, pero se les está negando.

Shumann, Spaak, Spinelli, Monet y los otros “padres” de la actual Unión Europea quisieron construir un espacio común económico para evitar el enfrentamiento entre unos estados y otros como en los trescientos años anteriores. Lo han conseguido si exceptuamos el caso de la antigua Yugoslavia, cuando ninguno de los estados escindidos de ella formaba aún parte de la U.E. Pero los Tratados fundacionales de la Unión prevén que esta sea no solo un espacio económico común, sino político. Se habla de la Europa de los pueblos; no tiene sentido, ni razón jurídica alguna, discriminar a unos individuos por razón de su procedencia. La derechota europea podrá ser más o menos escéptica en cuanto a la U.E., pero lo que no cabe duda es que es radicalmente injusta.
L. de Guereñu Polán.

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