viernes, 14 de junio de 2013

Lo difícil que es meter a un rico en la cárcel

Leí una vez (pero no me acuerdo donde) que las instituciones son conservadoras, por eso es comprensible la ideología anarquista, contra todo poder y toda ley impuesta en nombre del Estado (otra cosa es aceptar o no esta idea). En los regímenes donde no hay garantías jurídicas nada hay que decir, pero en las democracias también es muy difícil que un rico vaya a la cárcel por varias razones: en primer lugar porque dispone de dinero para comprar voluntades y decisiones; pero aunque jueces y fiscales fuesen honestos siempre, los ricos disponen de dinero para comprar influencias, dilaciones, olvidos, conseguir prescripciones que sus abogados, en la maraña procesal y legal de toda sociedad compleja, conocen perfectamente.

Además los ricos disponen de medios para burlar la justicia, para evadir impuestos, para ocultar crímenes, para comprar sicarios, para ofrecer cabezas de turco, para mentir con más garantías que el resto de los mortales. Incluso muchas leyes han sido hechas por ricos o por personas al dictado de ricos, con lo que siempre habrá una salida para uno de los mencionados en apuros.

Es verdaderamente extraño que el padre de don Rodrigo Rato estuviese en la cárcel durante el franquismo: debió de enemistarse con algún preboste del régimen porque de lo contrario sería difícil que hubiese pasado por aquel trance (obviamente por haber delinquido notablemente). El señor Fabra, expresidentes de la Diputación de Castellón no está en la cárcel porque el sistema judicial no quiere, pues razones hay sobradas para que durmiese a la sombra. Hay también excepciones, como la de don Mario Conde, banquero afortunado que hizo de la suyas y entró en prisión, aunque no lo suficiente a juzgar por sus muchas tropelías. Ahora se “luce” en cadenas de televisión de poco prestigio.

El señor Blesa está en la cárcel, pero ya veremos por cuanto tiempo, pues tiene al fiscal como abogado defensor de su causa, lo que ya es raro y sospechoso. El señor Bárcenas, en cambio, se pavonea por las calles elegantes de Madrid, esquía aquí y allá, se burla del país pero no ha sido condenado, por ejemplo, por el Presidente del Gobierno: él sabrá por que. El expresidente de la patronal está en la cárcel, señor Díaz Ferrán, pero es que sus crímenes claman a cielo. No apostaría nada por la duración de su reclusión, pues sus abogados están buscando la manera de influir aquí y allá para que vuelva a tomar el sol con sus muchos millones robados.

Don Arturo Fernández, vicepresidente de la patronal española y que ha delinquido en materia de contratación de trabajadores, anda callado por si las moscas. No creo entre en la cárcel por tal “menudencia”. Tampoco creo que entre en prisión el arruinador de Bankia, don Rodrigo Rato, complicado incluso en una estafa de altura arruinando a muchos pequeños ahorradores con cuentas “preferentes” (para él, claro). El señor Botín, uno de los más ricos de España, creo que tiene unos cincuenta pleitos abiertos en varios juzgados, pero como si tal cosa. El señor Urdangarin las ha hecho muy gordas como todo el mundo sabe, pero no está en la cárcel, conserva un cuantioso patrimonio y goza del favor real (del rey, me refiero, que lo encubrió cuando supo en lo que andaba mandándolo a Estados Unidos).

Aquel Gil alcalde de Marbella estuvo muy poco tiempo en la cárcel, y eso que la naturaleza de sus delitos era máxima, como tampoco parece vaya a estar en prisión el causante de la muerte de una persona, el toreador Ortega Cano, que ha demostrado saber torear a los astados de igual manera que a los jueces. El futbolista Messi ¿alquien cree que va a entrar en prisión por haber defraudado al fisco nada menos que 4 millones de euros? ¡Con la cantidad de subsidios de desempleo que se pagarían con ese dinero! Incluso es muy improbable que el expresidente Aznar se siente ante un tribunal internacional por crímenes de guerra.

Fuera de España está el caso del señor Berlusconi, burlador de la ley donde los haya. Su país es tan contradictorio y anárquico (en el peor sentido de la palabra) como el nuestro. Así les van las cosas a los italianos. Es realmente difícil ver a los ricos en la cárcel: o se hacen mayores y no entran, o una enfermedad repentina les afecta, o han pagado fianzas millonarias que nadie salvo ellos pueden pagar (nunca entenderé esta figura legal) o mienten, o se encuentran con jueces venales o váyase a saber por que, pero lo cierto es que hay muy pocos ricos entre rejas. Mal para la sociedad, para un régimen democrático y para todo país que quiera vivir justamente.
L. de Guereñu Polán.

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