El ejército egipcio
Como
en la mayor parte de los países de África el ejército egipcio siempre
ha sido un factor de represión para la población. Igual que en el caso
de las dictaduras europeas, la hitleriana, la musoliniana o la
franquista, pero también en los países comunistas, el ejército, antes
que un factor de defensa ante el exterior ha sido ofensivo y elemento
para reprimir a la población.
El Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas no es más que un grupo fáctico que ha escapado a todo
control de los demás órganos del Estado. Según se demustra por los
acontecimientos de estos días, también en el reciente Egipto
democrático. Las amenazas al poder civil, que no ha sido más que un
títere supeditado al ejército, han sido constantes. La personalidad de
Nasser hizo que el ejército se identificase con él, lo que elevó a este
personaje a la quintasencia del antiimperialismo de "los no alineados",
aunque a costa de cierto servilismo a la Unión Soviética que, sin
embargo, no sirvió para sacar a la población de la pobreza. Se ha dicho
que Egipto ha sido un país pobre rodeado de ricos: Libia, Arabia, el
mismo Israel...
El recientemente derrocado presidente Mursi
tuvo que estar, durante su año de gobierno, pidiendo al ejército que se
limitase a sus funciones constitucionales, cosa que nunca cumplió y
ahora ha consumado con un golpe de estado. Como se ha demostrado en las
dictaduras de uno y otro signo, el deseo de libertad no se agota nunca,
ya sea para practicar libremente una religión determinada, ya para
ejercer el sufagio, para hablar sin tapujos, para publicar los
pensamientos... Los Hermanos Musulmanes de Egipto no han sido nunca
partidarios de un régimen democrático, sino de un régimen teocrático,
pero a fuerza de presionar occidente se han avenido a las elecciones de
hace un año y las han ganado. Ello se explica bien si se conoce la
idiosincrasia del egipcio medio: musulmán moderado, sabedor de lo que
significan los extremos en las proximidades de Israel.
El
ejército egipcio, como demostró en la época de Nasser, luego de Sadat y
luego de Mubarak, nunca fue amigo de la democracia, sino de una
independencia nacional soñada y aprendida a base del sometimiento a
otros musulmanes (los otomanos) y a occidente (británicos y franceses).
Cuando se produjo la independencia de Egipto se hizo bajo la condición
de que un régimen de partido único controlado por el ejército, sin
miramientos para con las necesidades de la población, controlase el
país, que se vinculó a la Unión Soviética, aunque poco a poco se fue
occidentalizando.
El premio Nobel de la Paz, el egipico
Mohamed Baradei, creyó que el ejército podía haber aprendido la lección
de tanto atraso y haberse puesto al lado del pueblo: un espejismo. Ahora
sabe que el ejército es el mismo que dejó formado Mubarak, pero no el
soldado o el sargento, sino la casta militar que goza de privilegios sin
número. El ejército egipcio, formado en la dictadura y en el temor a la
democracia, en el temor a Israel, no distingue a su pueblo de un
enemigo exterior. Le trata igual, le combate.
L. de Guereñu Polán.
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