viernes, 5 de julio de 2013

El ejército egipcio

Como en la mayor parte de los países de África el ejército egipcio siempre ha sido un factor de represión para la población. Igual que en el caso de las dictaduras europeas, la hitleriana, la musoliniana o la franquista, pero también en los países comunistas, el ejército, antes que un factor de defensa ante el exterior ha sido ofensivo y elemento para reprimir a la población.

El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas no es más que un grupo fáctico que ha escapado a todo control de los demás órganos del Estado. Según se demustra por los acontecimientos de estos días, también en el reciente Egipto democrático. Las amenazas al poder civil, que no ha sido más que un títere supeditado al ejército, han sido constantes. La personalidad de Nasser hizo que el ejército se identificase con él, lo que elevó a este personaje a la quintasencia del antiimperialismo de "los no alineados", aunque a costa de cierto servilismo a la Unión Soviética que, sin embargo, no sirvió para sacar a la población de la pobreza. Se ha dicho que Egipto ha sido un país pobre rodeado de ricos: Libia, Arabia, el mismo Israel...

El recientemente derrocado presidente Mursi tuvo que estar, durante su año de gobierno, pidiendo al ejército que se limitase a sus funciones constitucionales, cosa que nunca cumplió y ahora ha consumado con un golpe de estado. Como se ha demostrado en las dictaduras de uno y otro signo, el deseo de libertad no se agota nunca, ya sea para practicar libremente una religión determinada, ya para ejercer el sufagio, para hablar sin tapujos, para publicar los pensamientos... Los Hermanos Musulmanes de Egipto no han sido nunca partidarios de un régimen democrático, sino de un régimen teocrático, pero a fuerza de presionar occidente se han avenido a las elecciones de hace un año y las han ganado. Ello se explica bien si se conoce la idiosincrasia del egipcio medio: musulmán moderado, sabedor de lo que significan los extremos en las proximidades de Israel.

El ejército egipcio, como demostró en la época de Nasser, luego de Sadat y luego de Mubarak, nunca fue amigo de la democracia, sino de una independencia nacional soñada y aprendida a base del sometimiento a otros musulmanes (los otomanos) y a occidente (británicos y franceses). Cuando se produjo la independencia de Egipto se hizo bajo la condición de que un régimen de partido único controlado por el ejército, sin miramientos para con las necesidades de la población, controlase el país, que se vinculó a la Unión Soviética, aunque poco a poco se fue occidentalizando.

El premio Nobel de la Paz, el egipico Mohamed Baradei, creyó que el ejército podía haber aprendido la lección de tanto atraso y haberse puesto al lado del pueblo: un espejismo. Ahora sabe que el ejército es el mismo que dejó formado Mubarak, pero no el soldado o el sargento, sino la casta militar que goza de privilegios sin número. El ejército egipcio, formado en la dictadura y en el temor a la democracia, en el temor a Israel, no distingue a su pueblo de un enemigo exterior. Le trata igual, le combate.
L. de Guereñu Polán.

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