miércoles, 17 de julio de 2013

La democracia no ha servido para regenerar el país

Tras una dictadura larguísima como la franquista en España, donde las corruptelas eran cosa de todos los días, el régimen democrático se empeñó en descentralizar el estado, liberalizar la economía, establecer los derechos individuales, aprobar una Constitución, fortalecer los partidos políticos y sindicatos, separar los poderes del Estado, mejorar las rentas de los españoles, disciplinar al ejército al tiempo que se profesionalizó, extender la educación universal hasta los dieciseis años, igual la sanidad pública y gratuita (hoy en peligro), integrar a España en Europa... pero los vicios del franquismo, la picaresca en el peor sentido de la palabra, los "favores" a las empresas adjudicatarias de contratos, la especulación del suelo, la degradación de la costa, el deterioro del medio ambiente, la inmoralidad pública en general no se han corregido. Ha habido momentos de mayor sensibilidad hacia estos temas pero el problema de fondo está sin resolver.

En primer lugar nunca se abordó en serio una ley de incompatibilidades draconiana que acabase con componendas y miramientos. Aquí sigue habiendo quien puede cobrar dos y tres sueldos suculentos, máxime políticos, directivos de grandes empresas públicas y privadas, etc. Aquí siguen sin castigarse ejemplarmente los casos de cohecho, prevaricación, corrupción en general. Se tiene de la moral pública una idea desfasada y pacata. No es un problema de las elites; es un problema de la población en general: el "si yo pudiese también lo haría", o el "otro más" referido al buque Prestige, en vez del "nunca más" heroico y ejemplar se han oído repetidas veces entre vecinos humildes, profesionales medianos y altos dignatarios.

Los empresarios son los que más defraudan al fisco, desobedecen a la Seguridad Social, contratan fraudulentamente a los trabajadores, explotan inmisericordemente; la Administración pública ha mejorado en el trato a los ciudadanos en sus cuadros inferiores, pero sigue siendo lenta, pesada e injusta en la resolución de asuntos antes de la vía judicial. El Defensor del Pueblo ha sido, en general, un organismo que no ha cumplido con la misión que se le encomendó, plagado de burocracia y formalismos, pero sin capacidad resolutiva. ¿Que Defensor del Pueblo se ha destacado por poner el solfa al ejecutivo, por ejemplo?

Solo una parte de la judicatura se ha creído lo de la democracia, aquella parte que ya estaba convencida antes de 1975. Hay otra parte que ve con recelo que sea el Parlamento quien elija a los miembros del Poder Judicial, quiere que sean las corporaciones de jueces y fiscales, los abogados por medio de sus colegios profesionales, organismos sin representatividad en comparación con el Parlamento, verdadera sede de la soberanía nacional. A la democracia española le falta algo fundamental: le falta moralidad, le falta honestidad, le faltan medidas drásticas que rompan con todo atisbo de corrupción, de dádiva, de favor o de condescendencia con la venalidad. Mientras no se corrija esto se podrá mejorar economicamente, se podrán hacer reformas institucionales, pero el alma de España seguirá siendo un lodazal en el que se revolcarán los más "listos", los más perversos, los dueños del país.
L. de Guereñu Polán.

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