Las elecciones primarias
El
único partido en España que ha dado muestras de profundizar en su
democracia interna es el socialista, siendo el método de las elecciones
primarias la prueba más evidente de lo que digo. Se trata de una llamada
a la militancia en su conjunto para que diga qué candidato le parece
más apropiado para esto o aquello. Ahora solo hace falta que los
candidatos no se queden en presentarse, sino en explicar sus programas,
ideas y medidas con sencillez y sinceridad.
Se acaba así con
una tradición que ha estado presente en la historia de España de que los
dirigentes nombren a sus sucesores como si de dinastas se tratase y
esto ha venido ocurriendo tanto en la izquierda como en la derecha
(pasando por los híbridos partidos nacionalistas) en mayor o menor
medida. El sistema llevaba al descontento de un sector de la militancia,
con las consiguientes crisis por asuntos que generalmente no
interesaban a la ciudadanía.
Razonable es también que se
establezca un mínimo de avales para que alguien pueda ser candidato: no
tendría sentido que se celebrasen unas primarias con trecientos
candidatos, circunstancia que se podría dar si cada uno pudiese
postularse por su sola voluntad. En el Partido Socialista se estableció
que cada candidato ha de reunir el apoyo del 15% de la militancia
censada, lo que parece un porcentaje suficientemente bajo para que
cualquiera que cuente con un mínimo apoyo pueda optar a exponer sus
ideas y programas al conjunto; ello independientemente de que cada uno
lo puede hacer en el seno de su agrupación, en su provincia, en la
federación a la que pertenece, incluso en las redes sociales y en los
órganos de debate internos.
Si no hay primarias ya sale algún
avispadillo a cazar mariposas para denunciar que se establecieron
estatutariamente pero no se celebran. Obviamente no tiene sentido que
haya primarias –con lo que ello implica de coste- si se presenta un solo
candidato o uno solo reúne las condiciones para serlo. Si se presenta
más de un candidato vuelven a salir los avispadillos a cazar mariposas:
dicen entonces que el partido está dividido, etc., etc.
Solo
una cosa me parece perjudicial de todo este proceso electoral: que haya
lío, deslealtades, trampas, malas artes, insultos, acusaciones
gratuitas… El Partido Socialista fue pionero en España en este tipo de
elecciones, pristinamente democráticas, y así fue posible que el
candidato José Borrel ganase unas elecciones internas al que entonces
era Secretario y, por lo tanto, candidato “oficialista”, Joaquín
Almunia. Este aceptó la derrota dando un ejemplo del que no me olvido;
aquel no se regodeó en la victoria, muy al contrario, compartió las
decisiones interinamente con la dirección del partido, no sin
dificultades, dando ocasión a poner una base que parece afirmada ya en
el socialismo español.
L. de Guereñu Polán.
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