jueves, 18 de julio de 2013

Las elecciones primarias

El único partido en España que ha dado muestras de profundizar en su democracia interna es el socialista, siendo el método de las elecciones primarias la prueba más evidente de lo que digo. Se trata de una llamada a la militancia en su conjunto para que diga qué candidato le parece más apropiado para esto o aquello. Ahora solo hace falta que los candidatos no se queden en presentarse, sino en explicar sus programas, ideas y medidas con sencillez y sinceridad.

Se acaba así con una tradición que ha estado presente en la historia de España de que los dirigentes nombren a sus sucesores como si de dinastas se tratase y esto ha venido ocurriendo tanto en la izquierda como en la derecha (pasando por los híbridos partidos nacionalistas) en mayor o menor medida. El sistema llevaba al descontento de un sector de la militancia, con las consiguientes crisis por asuntos que generalmente no interesaban a la ciudadanía.

Razonable es también que se establezca un mínimo de avales para que alguien pueda ser candidato: no tendría sentido que se celebrasen unas primarias con trecientos candidatos, circunstancia que se podría dar si cada uno pudiese postularse por su sola voluntad. En el Partido Socialista se estableció que cada candidato ha de reunir el apoyo del 15% de la militancia censada, lo que parece un porcentaje suficientemente bajo para que cualquiera que cuente con un mínimo apoyo pueda optar a exponer sus ideas y programas al conjunto; ello independientemente de que cada uno lo puede hacer en el seno de su agrupación, en su provincia, en la federación a la que pertenece, incluso en las redes sociales y en los órganos de debate internos.

Si no hay primarias ya sale algún avispadillo a cazar mariposas para denunciar que se establecieron estatutariamente pero no se celebran. Obviamente no tiene sentido que haya primarias –con lo que ello implica de coste- si se presenta un solo candidato o uno solo reúne las condiciones para serlo. Si se presenta más de un candidato vuelven a salir los avispadillos a cazar mariposas: dicen entonces que el partido está dividido, etc., etc.

Solo una cosa me parece perjudicial de todo este proceso electoral: que haya lío, deslealtades, trampas, malas artes, insultos, acusaciones gratuitas… El Partido Socialista fue pionero en España en este tipo de elecciones, pristinamente democráticas, y así fue posible que el candidato José Borrel ganase unas elecciones internas al que entonces era Secretario y, por lo tanto, candidato “oficialista”, Joaquín Almunia. Este aceptó la derrota dando un ejemplo del que no me olvido; aquel no se regodeó en la victoria, muy al contrario, compartió las decisiones interinamente con la dirección del partido, no sin dificultades, dando ocasión a poner una base que parece afirmada ya en el socialismo español.
L. de Guereñu Polán.

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