jueves, 22 de agosto de 2013

El legado de Fraga

Lo que ahora se ve con meridiana claridad y antes estaba en parte oculto es el legado de un político nefasto -creo yo- para los españoles, que nació a la vida política en el franquismo, lo defendió, lo disfrutó y nunca lo condenó; como sus seguidores.

La concepción de la política como la había expuesto Cánovas del Castillo, sin necesidad de cambiar muchas cosas, siguiendo la rutina del día a día, intentando capear el temporal cuando este se producía, es lo que hizo el mentado fundador de un partido, Alianza Popular, que contó en un primer momento con "demócratas" de la talla de Licinio de la Fuente, Silva Muñoz, Tomás de Carranza, López Rodó y otros por el estilo. Luego vinieron los Martín Villa (gobernador civil de Barcelona con Franco y encargado de reprimir a los huelguistas y estudiantes de dicha provincia) José María de Areilza (alcalde de Bilbao en el primer franquismo y conde de Motrico) Arias Navarro (el carnicero de Málaga durante la guerra civil) Villar Mir (ministro de Hacienda con Franco y luego financiador del PP mediante actos ilegales) Antonio Carro (el encargado de firmar los acuerdos de Madrid y dejar a su suerte a los saharauis) Modesto Fraile (que quería hacer de Segovia una comunidad autónoma) Federico Gallo (gobernador civil de Albacete durante el franquismo) Mayor Oreja, el ahora corrompido Eugenio Nasarre, el escandaloso Luis Ramallo y un largo etcétera.

El caciquismo, la ilegalidad, la corrupción, las relaciones con contrabandistas y financieros, la falta de ideología, el "aquí no se pregunta a nadie de donde viene, sino a donde va...", el dejar que los problemas se pudran, la nula convicción democrática, la negativa a condenar al franquismo como régimen criminal que fue, la práctica de la trampa y la mentira, todos estos fueron métodos y maneras de Manuel Fraga, jaleado hasta la saciedad por la derecha española, hombre con pocos escrúpulos, admirador de las políticas reaccionarias, forjador de un partido que lo único que ha hecho es cambiar de nombre a propuesta del ínclito Marcelino Oreja, miembro de una familia de empresarios de viejo cuño, político tradicionalista y bastante hipócrita... Este es el legado de Fraga: un partido y un Gobierno lastrado por la corrupción más evidente, miserable y diversa que se haya visto en España, ejemplo de aquellos tiempos decimonónicos en los que los hijos de los nobles y de los ricos se repartían el país mientras la inmensa mayoría lo trabajaba.
L. de Guereñu Polán.

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