Confieso
que yo solo creo en supersticiones, dichos populares y refranes cuando son
favorables a mis intereses o intenciones. El que 2012 fuera año bisiesto, o que
el actual terminara en un número que algunos consideran nefando, no encendieron
ninguna alarma en el panel mental.
Después
de hacer balance de lo sucedido en mi entorno territorial (Galicia, España,
Europa) quizá tenga que revisar mis convicciones. Analizando cualquiera de los
temas generales que afectan al ciudadano normal: la economía, la política y su
resumen: la sociología, para los clásicos la sociología era el resumen de las
ciencias que permitían el buen gobierno, podemos constatar que:
-
Todos
los grandes parámetros económicos que terminan impactando en el bienestar del
ciudadano, y en el grado de igualdad en el disfrute de ese bienestar (deuda,
déficit, crecimiento) han empeorado. Y cuidado que parecía fácil mejorar los
números de 2011. Es más la factura se ha trasladado directamente a los más desfavorecidos,
olvidando el origen de la crisis, y son los directamente responsables los que
están cobrando esa factura.
-
Los
viejos fantasmas que llevaron a las guerras que sufrieron estos territorios:
nacionalismos desbocados hasta ribetes tribales, extremismos religiosos (todos
y no solo los islámicos), clasismo darwiniano, nos agobian y rodean. No solo en
el muy próximo mediterráneo. Los discursos basados en esas filosofías han
llevado a nuestros parlamentos e incluso a gobiernos muy occidentales, a políticos
de intenciones nada oscuras.
-
La
sociedad, la muy manipulada opinión pública, permanece, salvo excepciones aún
minoritarias, ajena al hecho de que la fuerza indispensable para cambiar el
rumbo está en ella misma. Eso sí, cuando
esté agrupada y empuje en la dirección correcta. Por el momento prefiere
creerse estúpidamente todas las maldades que les cuentan sobre los sindicatos,
los partidos políticos aún democráticos (subrayo el aún) y cualquier
otro movimiento que intente organizar mínimamente el uso legal y democrático de
la fuerza. Continuamos cayendo en la trampa de sustituir justicia por caridad,
administrada en su mayor parte por organizaciones de origen religioso.
Imaginemos
que, democráticamente, votamos en toda Europa a los partidos que propugnen una
sola medida legal, consistente en hacer delictiva la mera relación con
cualquier paraíso fiscal. Para mí está claro que el mero hecho de tener una
cuenta, una oficina o un representante en un paraíso fiscal tiene como objetivo
la defraudación.
O
imaginemos que todo aquel europeo que vive de su trabajo, manual o intelectual
se afilia a un sindicato en vez de criticar a los que hoy prestan ese servicio
impagable, en Europa somos más de 300 millones. ¿A que las condiciones
laborables serian muy diferentes?
Observo
que aún no he caído por completo en el dicho de Mao: “La fuerza está en el
fusil”. Al parecer mantengo mis creencias en las organizaciones democráticas y
por derivada en la sociedad que las mantiene.
Agosto
de 2013
Isidoro Gracia
No hay comentarios:
Publicar un comentario