125 años desde la fundación de la UGT
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Casa del pueblo de Vigo |
Ya
que es costumbre recordar ciertas fechas cuando estas se refieren a
efemérides, bueno será tener en cuenta que se cumplen este año 125 desde
que se fundara la Unión General de Trabajadores, la primera central
sindical española, que estaba llamada a cubrir páginas extraordinarias
en la lucha de los trabajadores organizados por sus mejoras en lo
laboral y en lo político.
Unos pocos entre los que se
encontraba Pablo Iglesias fundaron en Barcelona, en 1888 la UGT,
mientras asistían a la Exposición Universal de esa ciudad. España vivía
bajo el régimen de la restauración monárquica desde hacía quince años y
ya se habían puesto de manifiesto las limitaciones de las clases
dirigentes del país para democratizarlo: ni sufragio universal, ni
derechos sociales... pero sí un caciquismo galopante que no era sino
continuación del desarrollado durante el siglo. La Unión General de
Trabajadores se fue diversificando según se incoporaron a ella mineros,
ferroviarios, trabajadores de las artes blancas, carreteros, obreros de
las industrias textiles, del sector metalúrgico, del campo, del
comercio... Así se llegará a la "semana trágica" de 1909, donde la UGT
tuvo una participación activa contra la guerra de Marruecos. Luego en
1917, siendo una de las organizaciones convocantes de la gran huelga
general por el encarecimiento de los productos de primera necesidad.
En 1919 se conseguirá la jornada laboral de 8 horas, vieja
reivindicación del movimiento obrero internacional y español y, a partir
de 1923, la época más controvertida con la aceptación de Largo
Caballero de la dictadura primorriverista, hasta el punto de que fue
nombrado Consejero de Estado. La oposición de otros dirigentes
socialistas pone de manifiesto que ya existían diversas sensibilidades
en la UGT, pero Largo Caballero, procedente del sector más popular de la
sociedad, quiso ante todo garantizar la sobrevivencia de la UGT, lejos
de las persecuciones de que era objeto la CNT, por ejemplo.
En
la guerra civil los locales de la UGT se convirtieron en centros para
el reclutamiento de milicianos que defenderían la República, así como de
comités engargados de auxiliar a la población más necesitada. El exilio
forjó a grandes sindicalistas y dirigentes obreros que ya habían
desempeñado una labor importantísima en España: el citado Largo
Caballero, Trifón Gómez, Anastasio de Gracia, Pascual Tomás, González
Peña, Rodolfo Llopis... A estos hay que unir aquellos que dirigieron la
UGT en los primeros tiempos: García Quejido, Josep Comaposada, Basilio
Martín, Luis Zurdo, Pablo Iglesias... Justo es recordar a Tomás Centeno,
asesinado por las fuerzas de seguridad franquistas en Madrid en 1953:
no fue en una refriega, ni en la ladera de una montaña, ni huyendo de
nadie, sino en los calabozos de la policía.
Con la
restauración de la democracia a partir de la Constitución de 1978 se
consiguió el Estatuto de los Trabajadores en 1980, llegando durante
dicha década a ser la UGT la primera organización sindical de España. En
el año 1986 se consiguió que el Estado devolviese el patrimonio
sindical usurpado por el franquismo y ya a finales de dicha centuria
tuvo que oponerse la UGT a los tecnócratas que se habían hecho dueños
del Gobierno socialista de Felipe González. Hoy, sindicato de servicios
como otros, las reivindicaciones van más dirigidas hacia el Estado que
contra la patronal, responsable de tantos desmanes en las desgracias de
los asalariados. En 2011 la UGT consiguió, junto con otros sindicatos,
un acuerdo sobre pensiones que el Gobierno actual está vulnerando. La
negociación colectiva, viejo logro del sindicalismo español, está ahora
también en peligro.
Personajes como García Duarte y Nicolás
Redondo han venido a completar la nómina de todos aquellos que
dirigieron la UGT a lo largo de estos 125 años, y que aquí no pueden ser
citados en su totalidad. Que el aniversario sirva para cobrar nuevos
bríos, para que todo socialista se sienta obligado a colaborar en la
labor sindical allí donde se encuentre. El sector servicios mayoritario
hoy en España, menos combativo que el secundario, explica la decadencia
relativa de los sindicatos en nuestro país, pero la necesaria
reconversión para los nuevos tiempos se impone si se quiere ser leal con
todos aquellos que dieron su vida, su trabajo, sus ideales, por los
logros de movimiento obrero.
L. de Guereñu Polán.
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