miércoles, 18 de septiembre de 2013

Aprendiendo de la SFIO

Los partidos políticos suelen tener una fuente de conflictos en la elaboración de las candidaturas electorales, de forma que aquellos que han logrado situarse en sus "aparatos" burocráticos se creen con el derecho a tenerla garantizada. De igual forma los dirigentes locales, que consideran su comarca no estará bien representada en el Parlamento o en el Ayuntamiento respectivo si no están ellos. Desde una perspectiva socialista no son los territorios los que deben estar representados en las instituciones, sino los intereses que el socialismo defiende, los de una inmensa mayoría de la población, la asalariada, que puede en su seno tener intereses contrapuestos: la población urbana, por ejemplo, y la población rural. 

También suele ocurrir que el personal burocrático de los "aparatos" no sea el más preparado, ni el más representativo para defender aquellos intereses, y otro tanto ocurre con los dirigentes locales. Una cosa es el partido y otra las instituciones. En los estados comunistas hasta 1990 se confundían ambas cosas, mientras que diferenciar partido e instituciones públicas es una de las señas de identidad de los estados democráticos. La Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO) que ha sido estudiada por varios investigadores, aplicó en el período de entreguerras un cambio en la elección de candidatos: estos debían estar estrechamente vinculados y comprometidos con los intereses que debían defenderse en el Parlamento, muy particularmente los de los campesinos, que era un sector social que había escapado al socialismo hasta esa época. Enseguida se empezaron a notar los cambios de actitud de los pequeños propietarios agrícolas, los aparceros y los arrendatarios, que de estar dominados por los partidos confesionales y/o burgueses, pasaron a apoyar sensiblemente a los socialistas. 

Una condición más se requería en la SFIO para que el líder campesino, el sindicalista o el que había constituido una cooperativa agrícola -por lo tanto sabía de lo que hablaba y conocía los problemas del sector- fuese candidato: aceptar los presupuestos doctrinales básicos del socialismo, una disciplina que, en un partido democrático, donde la discusión y el debate son constantes, no era difícil de seguir. Las mejoras electorales que experimentaron los socialistas en el campo francés, particularmente en algunas regiones, fue espectacular y ello permitió que Francia fuese gobernada a mediados de los años treinta por un Frente Popular, porque también los comunistas -separados en esto de los dictados de Moscú- comprendieron que la pequeña propiedad campesina no era obstáculo para el avance del socialismo si aquellos pequeños propietarios campesinos no eran fagocitados por las estructuras capitalistas en el campo, fenómeno que había comenzado a finales del siglo XIX. 

Las ambiciones personales de muchos dirigentes o personalidades ante una candidatura suelen no estar justificadas, salvo para el interesado, que en este caso no se está comportando como una parte del todo, sino como el todo que quiere considerar a la organización a la que pertenece, "su parte". 

L. de Guereñu Polán.

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