viernes, 13 de septiembre de 2013

Taurinos y antitaurinos

Lo que asoma por la boca del matador es el asta del toro
Tengo para mí que los taurinos son aquellos que quieren y luchan para que no se maltrate a los toros bajo concepto alguno, de igual manera que a cualquier animal, y los antitaurinos son los que disfrutan con dicho maltrato con un fin u otro: diversión, negocio, etc. Lo que está claro es que una tradición no es razón suficiente para mantener a ciertos animales sujetos a sufrimiento potencial y/o real. Ya se ha dicho que una tradición fue la esclavitud -incluso una institución- y a nadie en su sano juicio se la ocurriría hoy defenderla. Por otra parte la "fiesta de los toros" (en realidad la barbarie) se practica en otros países sin que el animal irracional sufra (porque el racional es otra cosa). Portugal es solo un ejemplo. 

También está claro que si en torno a las corridas de toros no hubiese montado un negocio monumental, la cosa no pasaría de anécdota. Hay otras manifestaciones de la crueldad humana cuando se prende fuego a las astas del toro y se le burla, cuando se le alancea ferozmente, cuando se le persigue y maltrata, cuando se le tira desde un campanario... (esto ocurría no hace mucho en determinado pueblo hasta hace pocos años con una cabra). Ganaderos, empresarios, matadores de toros (en realidad maltratadores), banderilleros, caballistas y demás tropa obtienen pingües beneficios a costa de un animal del que se aprovecha su bravura para la carnicería que vengo comentando.

La cultura del toro está en todas las civilizaciones mediterráneas, desde la antigua Creta pasando por las ciudades griegas, Italia, la península Ibérica y, desde aquí, a América e incluso al sur de Francia. Pero una cosa es la cultura del toro y otra el maltrato del mismo. Antes los mozos del pueblo guiaban mediante burlas y lances al animal hasta su encierro; verdaderos atletas se valían de una larga pértiga con la saltaban por encima del toro enbravecido; los forcados portugueses son mozos que, colocados en fila y dispuestos para recibir el empuje del animal, sujetarlo. ¿Donde está aquí el crimen? En ningún lado: no hay sangre, no hay crueldad, no hay sufrimiento. 

En Tordesillas, en varias poblaciones catalanas, en Andalucía, en varios pueblos castellanos... se maltrata a los toros, a novillos, a becerros o a otros animales, preferentemente cornúpetas. Pero hablando de tradición  también lo han sido las censuras de estas prácticas desde los tiempos más remotos: las "venationes" fueron criticadas por Cicerón; los cristianos partidarios de maltratar a los toros debieran leer a Agustín de Hipona (su San Agustín tan venerado), varios papas prohibieron estos "festejos" por considerarlos crueles, pero también porque eran motivo para excesos que la Iglesia consideraba inmorales.

Son peregrinas e hipócritas las argumentaciones de los que desean llenarse los bolsillos a cuenta del sufrimiento de los animales: "es que si no el toro bravo se extingue...", "la carne de toro se aprovecha para la alimentación humana...", "es cultura...". Sí: nuestra cultura está llena de atrocidades y de méritos extraordinarios. La palabra cultura no es en sí misma positiva; depende de qué manifestación cultural estemos hablando para valorarla bien o mal. El "botellón" forma parte de nuestra cultura y no parece que contribuya al progreso humano; la ablación de clítoris forma parte de la cultura de algunos países y no es para estar orgullosos a la luz de la razón y del bien común. La palabra "cultura", en su sentido sociológico, equivale a "forma de vida". Podemos escoger una forma de vida justa y benéova u otra miserable y cruel.

L. de Guereñu Polán.

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