miércoles, 18 de septiembre de 2013

La peligrosa derecha holandesa

Desde una perspectiva social los partidos conservadores casi siempre han sido una amenaza para la mayoría de la población, pero otra cosa es que esa mayoría lo perciba así. En Holanda está gobernando una coalición formada por el Partido Popular, conservador, del "triunfador" Mark Rutte y los socialdemócratas del Partido del Trabajo, siendo Holanda uno de los países con un nivel de bienestar mayor del mundo debido a varias causas: su pertenencia a la Unión Europea, sus bases económicas firmes en contacto con las grandes potencias europeas (Gran Bretaña, Francia y Alemania) y la recuperación tras la II guerra mundial que ha disparado exponencialmente los "inputs" de crecimiento.

Pero ahora el nuevo rey de Holanda ha leído al dictado del Gobierno un discurso en el que sostiene que no es posible seguir manteniendo el estado del bienestar como se ha entendido en el mundo desarrollado hasta ahora. Será necesario -dice- hacer importantes recortes en las prestaciones sociales como consecuencia del enorme gasto que soporta el país en sanidad, educación, pensiones, subsidios de paro, seguridad, investigación y desarrollo, sostenimiento de la Administración, entre otros aspectos. 

Está clara la influencia del Partido por la Libertad, nombre oficial de una organización de extrema derecha que condiciona las políticas que se discuten en el Gobierno holandés. En ese mismo Gobierno está un partido de izquierdas (o de centro-izquierda si se quiere) que es el Partido del Trabajo, en realidad no la genuina izquieda de Holanda, que está mejor representada en el Partido Socialista, fuera del Gobierno. También ciertas "imposiciones" de la derecha alemana, en el poder con la señora Merkel, han influido en el Gobierno holandés, pero no solo. 

Los gobiernos griego, portugués y español, entre otros, también están en la misma línea: hay una necesidad imperiosa para los intereses oligárquicos de los diversos países europeos de que el gasto del Estado se reduzca, de que las grandes conquistas obtenidas desde mediados del pasado siglo se aminoren o se financien de forma menos segura. De lo contrario el Estado tendría que echar mano a las grandes fortunas, cambiar las políticas fiscales en un sentido más redistributivo, aumentar los ingresos públicos... lo que la derecha de todos los tiempos ha impedido siempre que ha podido, y ha podido.

L. de Guereñu Polán.

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