De los 4300 minerales naturales conocidos y los 270 que han sido utilizados por el hombre, unos 60 tienen importancia económica en el siglo XXI: hay 40 componentes minerales en un teléfono inteligente, 9 de los cuales son tierras raras.
De acuerdo con los más recientes estudios efectuados por la Comisión Europea hay 14 minerales que tienen la categoría de “críticos” para
nuestra industria; lo cual significa que por diferentes razones – sobre todo
por alta concentración de su producción en países que no pertenecen a la UE- su disponibilidad o
abastecimiento no está
garantizados poniendo en grave riesgo nuestra
forma actual de vida.
Aunque sea una obviedad las acumulaciones naturales de minerales que pueden acabar convirtiéndose en
una explotación minera están donde la naturaleza ha tenido a bien ponerlas y no
necesariamente donde nos vendrían mejor. Por tanto, salvo si existe un conocimiento exhaustivo de la geología de
cualquier territorio, lo que no es frecuente,
una ordenación del mismo en función de los intereses cambiantes de los hombres y sus sociedades: ubicaciones urbanas, agricultura, espacios protegidos,
herencia cultural, infraestructuras, etc. no puede hacerse sin el
riesgo de cometer grandes errores a la hora de asignar o limitar determinados
espacios a la actividad minera, porque rara vez esos espacios van a coincidir
con las posibilidades reales de encontrar en ellos yacimientos explotables.
Además, el proceso de investigación de un depósito lleva
años, consume millones de euros y menos
del 1 % de esos proyectos culminan con
resultados positivos. Luego, con frecuencia, los mercados
y los terremotos financieros ( las especulaciones) se encargan de frustrar la
viabilidad económica de muchos de ellos, retrasando o impidiendo su puesta en
marcha . Frecuentemente entre el comienzo de la investigación y la decisión de
ir a delante con la explotación de una mina transcurren más de diez años, y
varias décadas hasta su finalización y cierre. Este cierre, de acuerdo con la
mentalidad y normas legales actuales de las sociedades modernas, pero solo en
ellas, debe terminar con una restauración
y/ o mejor, con una rehabilitación y quizás reutilización de los huecos y los residuos
generados.
¿Podemos creer que es posible compatibilizar la necesidad ineludible de la
minería para nuestra sociedad de consumo y el cumplimiento
del sueño de lo que ahora de forma
rutinaria suele llamarse desarrollo “sostenible”?
Dr. Alfonso S. Gracia Plaza
Geólogo
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