jueves, 10 de octubre de 2013

Erler, Matthöfer, Koniecki y el socialismo español (1)


F. Ebert

La ayuda que el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) prestó al Partido Socialista Obrero Español durante la transición política a la democracia en España fue tardía si la comparamos con la ayuda que había recibido con anterioridad el Partido Socialista del Interior, liderado por Tierno Galván, que había sido expulsado del PSOE. Desde entonces el enconamiento entre los dirigentes de uno y otro partido impidió el entendimiento que los socialistas alemanes exigían para volcarse en su ayuda al socialismo español.

En la Fundación Largo Caballero y en la Fundación Pablo Iglesias hay abundante documentación sobre este asunto, y no son pocas ya las obras que ponen de manifiesto las relaciones entre los partidos socialistas de ambos países, aunque en España, desde los años sesenta y setenta del pasado siglo, la atomización del socialismo fuese un elemento que provocó la renuencia del socialismo alemán para reconocer a uno u otro partido como referente con vistas a su integración en la Internacional Socialista y a la ayuda que estaba dispuesto a dar para que la transición política a la democracia fuese exitosa.

Una de las obras que más datos aporta sobre este asunto es la titulada “20 años de la Fundación Friedrich Ebert en España” (1966), pero también los trabajos de Fernando Guirao, Pilar Ortuño, Antonio Muñoz, Lorenzo Torres, Abdón Mateos y otros, además de la documentación que se conserva en las Fundaciones Largo Caballero y Pablo Iglesias citadas (la documentación alemana no ha podido ser consultada por mí).

La ayuda que el socialismo español recibió del SPD fue política y económica, además de los cursos y becas que se dieron para visitar Alemania occidental y comprobar como funcionaban los sindicatos, las agrupaciones socialdemócratas y, en general, la acción política (téngase en cuenta que en España todo esto era perseguido, ilegal y clandestino). La mayor ayuda se canalizó por la Fundación Friedrich Ebert, nombre que recuerda al dirigente socialista y primer Presidente de la República de Weimar, régimen democrático que precedió al de los nazis en Alemania.

La atomización del socialismo español era vista con preocupación por el SPD, hasta el extremo de que si el general Franco hubiese muerto antes, por ejemplo a mediados de los sesenta, el referente de la izquierda en España sería el Partido Comunista, no tan fuerte sin embargo como en los años setenta. Todavía no existía el pequeño grupo que formaría Enrique Barón en Madrid, tampoco el que luego aparecería en torno a Pallac, sí en cambio el grupúsculo que significaba el PSI (luego Partido Socialista Popular) de Tierno y el PSOE solo tenía verdadera militancia (muy minoritaria) en Vizcaya, Madrid, Sevilla y otros núcleos andaluces, Cataluña y poco más. Aún había partidos socialistas –que en realidad aparecieron a principios de los años setenta- en algunas regiones de actuación no nacional (Galicia, Andalucía…).

Hubo tres personalidades que se destacaron en el debate sobre a quien debía reconocer y ayudar el SPD:  Fritz Erler, que había sido perseguido por los nazis y llegó a huir del campo de concentración de Dachau, por lo tanto era un viejo luchador por la democracia y el socialismo en Alemania, que ayudó a Tierno Galván convencido de que era el más capacitado para dirigir a un futuro socialismo unido en España. Por su parte Hans Matthöfer, años más tarde, se caracterizó por ver en los jóvenes socialistas vascos y andaluces la alternativa más creíble, siendo el principal valedor de Nicolás Redondo, Felipe González, Alfonso Guerra, Enrique Múgica, Pablo Castellano y algunos socialistas vascos. En contra del reconocimiento de Tierno y de estos últimos estaba el viejo socialista Rodolfo Llopis, que dirigía lo que había quedado del PSOE en el exterior. Empeñado en no pasar la organización al interior de España por considerar que era mucho el riesgo que se corría, durante los años sesenta y setenta se jugó su capacidad para seguir dirigiendo al PSOE, que sin la ayuda del SPD no podría despegar.

Cuando los socialdemócratas alemanes se decidieron a establecer una sede de la Fundación Friedrich Ebert en España, echaron mano de quien la dirigía en México, Dieter Koniecki, que visitó nuestro país para hacerse una idea de la implantación de las agrupaciones socialistas, el contacto que mantenían con el movimiento obrero y con los estudiantes, que intelectuales estaban por la labor de apoyar a uno y otro partido, etc. El informe que elaboró para el SPD fue bastante negativo, viendo los enfrentamientos entre unos pequeños grupos y otros y la escasa implantación del socialismo español.

Por otra parte está la política que el SPD quería para España: un socialismo moderado que se opusiese a toda dictadura pero que aceptase una transición pacífica para restablecer la democracia sin rupturas, lo que a la postre ocurrió por la avenencia de Nicolás Redondo, Felipe González, Pablo Castellano, Enrique Múgica y otros a que así fuese. También Tierno estaba por esta labor e incluso se anticipó a plantear que no cabía esperar otra cosa que la restauración de una monarquía en la persona de Juan Carlos de Borbón, cosa que los dirigentes del PSOE, por aquellos años, discutían. A Tierno le perdió –quizá- una visita que hizo a Estrasburgo con Santiago Carrillo para que los miembros del Consejo de Europa reconociesen a la Junta Democrática que se había formado como una de las dos agrupaciones de oposición al régimen de Franco (la otra era la Plataforma de Convergencia en la que estaba el PSOE). Hacerse acompañar por Carillo fue visto en el SPD como un error de estrategia, pues todo el apoyo que pudiesen conseguir estos dos dirigentes sería capitalizado por el PCE, mejor organizado y verdadero director de la Junta Democrática. Para los dirigentes del SPD tampoco tenía sentido que Tierno mantuviese relaciones estrechas con el dictador libio Gadafi. También le perdió que su principal valedor, Fritz Erler, muriese en 1967, aunque esto no hizo que el SPD dejase de mantener relaciones de cierta proximidad con Tierno y su correligionario Raúl Morodo. Otro factor  que contribuyó a que el SPD se decidiese por el PSOE fue la visión que en Alemania del oeste se tenía del mundo comunista. La política de Willy Brandt había abierto una puerta para el entendimiento con los países que estaban bajo la tutela soviética, pero en occidente no era prudente dejarse comer el terreno por los comunistas, máxime cuando se vio que en 1974 la revolución portuguesa que abolió la dictadura del Estado Novo la capitalizó un combativo Partido Comunista al frente del cual estaba Álvaro Cunhal. 

L. de Guereñu Polán.

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