F. Ebert |
La ayuda que el Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD) prestó al Partido Socialista Obrero Español
durante la transición política a la democracia en España fue tardía si la
comparamos con la ayuda que había recibido con anterioridad el Partido
Socialista del Interior, liderado por Tierno Galván, que había sido expulsado
del PSOE. Desde entonces el enconamiento entre los dirigentes de uno y otro
partido impidió el entendimiento que los socialistas alemanes exigían para
volcarse en su ayuda al socialismo español.
En la Fundación Largo
Caballero y en la Fundación Pablo
Iglesias hay abundante documentación sobre este asunto, y no son pocas ya las
obras que ponen de manifiesto las relaciones entre los partidos socialistas de
ambos países, aunque en España, desde los años sesenta y setenta del pasado
siglo, la atomización del socialismo fuese un elemento que provocó la renuencia
del socialismo alemán para reconocer a uno u otro partido como referente con
vistas a su integración en la Internacional
Socialista y a la ayuda que estaba dispuesto a dar para que
la transición política a la democracia fuese exitosa.
Una de las obras que más datos
aporta sobre este asunto es la titulada “20 años de la Fundación Friedrich
Ebert en España” (1966), pero también los trabajos de Fernando Guirao, Pilar
Ortuño, Antonio Muñoz, Lorenzo Torres, Abdón Mateos y otros, además de la
documentación que se conserva en las Fundaciones Largo Caballero y Pablo
Iglesias citadas (la documentación alemana no ha podido ser consultada por mí).
La ayuda que el socialismo
español recibió del SPD fue política y económica, además de los cursos y becas
que se dieron para visitar Alemania occidental y comprobar como funcionaban los
sindicatos, las agrupaciones socialdemócratas y, en general, la acción política
(téngase en cuenta que en España todo esto era perseguido, ilegal y
clandestino). La mayor ayuda se canalizó por la Fundación Friedrich
Ebert, nombre que recuerda al dirigente socialista y primer Presidente de la República de Weimar,
régimen democrático que precedió al de los nazis en Alemania.
La atomización del socialismo
español era vista con preocupación por el SPD, hasta el extremo de que si el
general Franco hubiese muerto antes, por ejemplo a mediados de los sesenta, el
referente de la izquierda en España sería el Partido Comunista, no tan fuerte
sin embargo como en los años setenta. Todavía no existía el pequeño grupo que
formaría Enrique Barón en Madrid, tampoco el que luego aparecería en torno a
Pallac, sí en cambio el grupúsculo que significaba el PSI (luego Partido
Socialista Popular) de Tierno y el PSOE solo tenía verdadera militancia (muy
minoritaria) en Vizcaya, Madrid, Sevilla y otros núcleos andaluces, Cataluña y
poco más. Aún había partidos socialistas –que en realidad aparecieron a
principios de los años setenta- en algunas regiones de actuación no nacional
(Galicia, Andalucía…).
Hubo tres personalidades que se
destacaron en el debate sobre a quien debía reconocer y ayudar el SPD: Fritz Erler, que había sido perseguido por
los nazis y llegó a huir del campo de concentración de Dachau, por lo tanto era
un viejo luchador por la democracia y el socialismo en Alemania, que ayudó a
Tierno Galván convencido de que era el más capacitado para dirigir a un futuro
socialismo unido en España. Por su parte Hans Matthöfer, años más tarde, se
caracterizó por ver en los jóvenes socialistas vascos y andaluces la
alternativa más creíble, siendo el principal valedor de Nicolás Redondo, Felipe
González, Alfonso Guerra, Enrique Múgica, Pablo Castellano y algunos
socialistas vascos. En contra del reconocimiento de Tierno y de estos últimos
estaba el viejo socialista Rodolfo Llopis, que dirigía lo que había quedado del
PSOE en el exterior. Empeñado en no pasar la organización al interior de España
por considerar que era mucho el riesgo que se corría, durante los años sesenta
y setenta se jugó su capacidad para seguir dirigiendo al PSOE, que sin la ayuda
del SPD no podría despegar.
Cuando los socialdemócratas
alemanes se decidieron a establecer una sede de la Fundación Friedrich
Ebert en España, echaron mano de quien la dirigía en México, Dieter Koniecki,
que visitó nuestro país para hacerse una idea de la implantación de las
agrupaciones socialistas, el contacto que mantenían con el movimiento obrero y
con los estudiantes, que intelectuales estaban por la labor de apoyar a uno y
otro partido, etc. El informe que elaboró para el SPD fue bastante negativo,
viendo los enfrentamientos entre unos pequeños grupos y otros y la escasa
implantación del socialismo español.
Por otra parte está la política
que el SPD quería para España: un socialismo moderado que se opusiese a toda
dictadura pero que aceptase una transición pacífica para restablecer la
democracia sin rupturas, lo que a la postre ocurrió por la avenencia de Nicolás
Redondo, Felipe González, Pablo Castellano, Enrique Múgica y otros a que así
fuese. También Tierno estaba por esta labor e incluso se anticipó a plantear
que no cabía esperar otra cosa que la restauración de una monarquía en la
persona de Juan Carlos de Borbón, cosa que los dirigentes del PSOE, por
aquellos años, discutían. A Tierno le perdió –quizá- una visita que hizo a
Estrasburgo con Santiago Carrillo para que los miembros del Consejo de Europa
reconociesen a la Junta Democrática
que se había formado como una de las dos agrupaciones de oposición al régimen
de Franco (la otra era la
Plataforma de Convergencia en la que estaba el PSOE). Hacerse
acompañar por Carillo fue visto en el SPD como un error de estrategia, pues
todo el apoyo que pudiesen conseguir estos dos dirigentes sería capitalizado
por el PCE, mejor organizado y verdadero director de la Junta Democrática. Para los
dirigentes del SPD tampoco tenía sentido que Tierno mantuviese relaciones estrechas
con el dictador libio Gadafi. También le perdió que su principal valedor, Fritz
Erler, muriese en 1967, aunque esto no hizo que el SPD dejase de mantener
relaciones de cierta proximidad con Tierno y su correligionario Raúl Morodo.
Otro factor que contribuyó a que el SPD
se decidiese por el PSOE fue la visión que en Alemania del oeste se tenía del
mundo comunista. La política de Willy Brandt había abierto una puerta para el
entendimiento con los países que estaban bajo la tutela soviética, pero en
occidente no era prudente dejarse comer el terreno por los comunistas, máxime
cuando se vio que en 1974 la revolución portuguesa que abolió la dictadura del
Estado Novo la capitalizó un combativo Partido Comunista al frente del cual
estaba Álvaro Cunhal.
L. de Guereñu Polán.
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