sábado, 12 de octubre de 2013

MINERÍA Y SOCIEDAD 3

La oposición, por razones ambientales, a cualquier tipo de actividad minera alcanza con frecuencia niveles alarmantes de irracionalidad y es fácilmente manejada como arma arrojadiza por todo tipo de actores sociales.

Si tras un análisis realista concluimos la necesidad de la minería para el mantenimiento de la civilización y el nulo control que tenemos sobre dónde están localizados los yacimientos minerales explotables , queda por decidir si su explotación, como recurso no renovable y potencialmente peligroso para el medioambiente, puede dejarse en manos privadas que buscan, legítimamente, sólo su beneficio.

En los últimos años en el mundo desarrollado , por razones lógicas y por la presión social, han proliferado las normas legales para atenuar los impactos ambientales de las explotaciones, lo que ha dado lugar a sustanciales cambios de comportamiento en la mayoría de las compañías mineras , que han pasado de cumplir con las normas ambientales ,siempre que se les vigile, a tratar de cumplir voluntariamente con su “responsabilidad social”, más allá de lo que sería el estricto cumplimiento de las leyes. A nadie le gusta desarrollar su actividad en un ambiente permanentemente hostil.

Pero una operación minera de tamaño medio dura varios lustros y una de gran tamaño muchas décadas. ¿Es realista pedir a las compañías mineras, que se deben a sus accionistas y se ven afectadas por múltiples variables socioeconómicas a lo largo del tiempo, que mantengan sin trampas su responsabilidad medioambiental? ¿Lo hacen así otras industrias y otras actividades de nuestra sociedad?

Mi respuesta es, para ambas preguntas: no. Los dirigentes políticos tienen que dejar de esconderse y deben abordar el problema con franqueza y la propia sociedad civil tiene que enfrentarse con sus contradicciones hipócritas de trasladar a otros lugares, normalmente en países poco desarrollados, la parte fea de la actividad mientras disfruta de los bienes y servicios que los minerales y los mineros ayudan a producir.

Aunque ahora esto vaya contracorriente algunos intentos de estados que consideramos avanzados: Suecia, Finlandia, Canadá, parecen coincidir con esta opinión y han desarrollado empresas públicas plenamente activas en minería para satisfacer las necesidades sin estar sometidas a la dictadura del máximo beneficio al más corto plazo posible. Y ejemplos recientes en España (As Pontes o Meirama), donde el beneficio social a medio y largo plazo multiplicará el beneficio económico a corto, también parecen ratificarla.

Dr. Alfonso S. Gracia Plaza

Geólogo

1 comentario:

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

Pues a ver si leen este artículo en Galicia los que se niegan a toda explotación de los recursos naturales con la excusa de la preservación del medio ambiente. Queda claro en este artículo que son compatibles las dos cosas si no se deja hacer a la empresa privada lo que le dé la gana.