Si tras un análisis realista concluimos la necesidad de la minería
para el mantenimiento de la civilización y el nulo control que tenemos sobre
dónde están localizados los yacimientos minerales explotables , queda por
decidir si su explotación, como recurso no renovable y potencialmente peligroso
para el medioambiente, puede dejarse en manos privadas que buscan, legítimamente,
sólo su beneficio.
En los últimos años en el mundo desarrollado , por razones
lógicas y por la presión social, han proliferado las
normas legales para atenuar los impactos ambientales de las explotaciones, lo
que ha dado lugar a sustanciales cambios de comportamiento en la mayoría de las
compañías mineras , que han pasado de cumplir con las normas ambientales ,siempre
que se les vigile, a tratar de cumplir voluntariamente con su “responsabilidad
social”, más allá de lo que sería el estricto cumplimiento de las leyes. A
nadie le gusta desarrollar su actividad en un ambiente permanentemente hostil.
Pero una operación minera de tamaño medio dura varios
lustros y una de gran tamaño muchas décadas. ¿Es realista pedir a las compañías
mineras, que se deben a sus accionistas y se ven afectadas por múltiples
variables socioeconómicas a lo largo del tiempo, que mantengan sin trampas su
responsabilidad medioambiental? ¿Lo hacen así otras industrias y otras
actividades de nuestra sociedad?
Mi respuesta es, para ambas preguntas: no. Los dirigentes
políticos tienen que dejar de esconderse y deben abordar el problema con
franqueza y la propia sociedad civil tiene que enfrentarse con sus
contradicciones hipócritas de trasladar a otros lugares, normalmente en países
poco desarrollados, la parte fea de la actividad mientras disfruta de los
bienes y servicios que los minerales y los mineros ayudan a producir.
Aunque ahora esto vaya contracorriente algunos intentos de
estados que consideramos avanzados: Suecia, Finlandia, Canadá, parecen
coincidir con esta opinión y han desarrollado empresas públicas plenamente
activas en minería para satisfacer las necesidades sin estar sometidas a la
dictadura del máximo beneficio al más corto plazo posible. Y ejemplos recientes
en España (As Pontes o Meirama), donde el beneficio social a medio y largo
plazo multiplicará el beneficio económico a corto, también parecen ratificarla.
Dr. Alfonso S. Gracia Plaza
Geólogo
1 comentario:
Pues a ver si leen este artículo en Galicia los que se niegan a toda explotación de los recursos naturales con la excusa de la preservación del medio ambiente. Queda claro en este artículo que son compatibles las dos cosas si no se deja hacer a la empresa privada lo que le dé la gana.
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