viernes, 27 de diciembre de 2013

Cataluña, una hipótesis loca, o, ¿no tan loca?


Supongamos que en vez de analizar el  problema suscitado sobre Cataluña desde una perspectiva del interés general, lo hacemos desde el punto de vista de los dos partidos que gobiernan en España y Cataluña respectivamente.
Hay un dicho que mantiene que el diablo sabe más por viejo que por diablo, uno lleva en política algunas décadas y habla frecuentemente con otros que llevan tanto, o más. Uno y otros constatamos la bastante clara coincidencia de los discursos más radicales, o nuevos pasos en la confrontación, con decisiones de gobierno, desde el central o desde el catalán, que suponen sacrificios adicionales para los ciudadanos. Sumemos la existencia de reuniones relativamente secretas, según los propios protagonistas para dialogar y acercar posiciones y la ambivalencia y confusión de muchas de las frases, incluida la doble pregunta que permite interpretaciones varias para el mismo resultado. Y tomemos en su literalidad algunas de las frases del discurso de navidad del monarca, discurso que, como es bien conocido, la Zarzuela consulta con la Moncloa. Los ingredientes de la fórmula son indicios de que hay algo que se puede estar cocinando de forma discreta y que no trasciende al público, que, más que asustado, apabullado aguanta las embestidas que, en nombre de la crisis, dan a sus bienes y derechos los que les gobiernan.

Los partidos actores principales, PP y CIU, si continúan con sus políticas de recortes, de economía  y de derechos sociales, la mayor parte dictadas no por la necesidad, sino porque así se lo pide su ideología, y hay que recordar que en ambos ámbitos, el económico y el social, tienen intereses e ideas muy similares, van a tener muy difícil repetir como gobiernos, salvo….,
Salvo que a última hora de la legislatura (por ejemplo en otoño del 2014, la fecha del posible referéndum no es casual), ¡o sorpresa!, tras arduas negociaciones, y cediendo de sus posiciones por el “bien de todos”, CIU y PP den con la solución al problema que ellos mismos crearon y alimentaron. Los ciudadanos votarían, quizá con la nariz tapada, a los partidos salvadores de la situación. Aún más si los partidos de izquierdas no aceptan ser comparsas y cómplices, al fin y al cabo muchos de los dirigentes de esos partidos aún creen, aunque solo sea ligeramente, en locas  utopías como la del estado de bienestar, los derechos de las minorías, o la redención de los desfavorecidos y marginados. Incluso en esa circunstancia quedaría en evidencia que los independentistas, hoy en la cresta de la ola, son una rémora, de la que prescindir, para los intereses de la burguesía catalana que hoy pelea por sacar beneficio y privilegio de la situación.

Diciembre de 2013

Isidoro Gracia

No hay comentarios: