Solo
la UE apuesta, moderadamente, por las fuentes renovables, los mayores
consumidores: USA, China, India, así como los grandes países emergentes se
limitan a crecer mediante las fuentes más baratas en cada momento.
El
punto de partida para estudiar cualquier fuente de generación de energía, es la
situación más actual del mundo,
situación que según el informe de la ONU “Nuestro Futuro Común”, donde
se acuñaron las tesis sobre el “desarrollo sostenible”, es: no
existe ninguna fuente de energía, ni ninguna combinación de fuentes, que sea
capaz de subvenir las necesidades humanas, en los actuales términos del
desarrollo necesario para el bienestar. Esto nos lleva a que todas y
cada una de las posibles fuentes de energía son imprescindibles y en
consecuencia deben ser explotadas, pero evidentemente lo más razonable estaría dentro
de los límites del desarrollo sostenible, en el tiempo, actual y futuro, y en
el espacio geográfico en que se actúa.
Todos
los sistemas promovidos por gobiernos sensatos están y estarán basados en las
garantías de suministro, y el coste unitario final. Por razones estratégicas o
políticas deben incluirse otros referentes, en este siglo el impacto
medioambiental y la opinión pública, son referentes obligados, al menos en los
países más democráticos.
Comencemos
el análisis por lo básico: garantía de suministro y precio final de la unidad
energética.
Los
depósitos disponibles de uranio garantizan el suministro por 30 ó 40 años, las
reservas de gas y petróleo contrastadas y explotables a precio razonable
permiten garantizar el suministro durante los próximos 50 ó 60 años, en
especial el gas, las del carbón más de
200 años a buen precio, en caso de necesidad la cifra se puede ampliar
hasta más de 500 a precios más altos, las fuentes primarias llamadas renovables
garantizan el suministro para siempre, aún cuando algunas están limitadas en su
tamaño y por el clima, es el caso de la hidroeléctrica, y las tecnologías de
captación o producción hoy son caras.
Las
reservas de uranio en cantidades apreciables y a precio razonable se concentran
en 6 ó 7 países, la producción minera de los 5 principales está en manos de una
sola empresa, el gas y el petróleo se producen en más de 50 países y su
producción está en manos de 7 a 9 grandes multinacionales, el carbón está
presente y accesible en todos los continentes, salvo en América del sur, y las
fuentes renovables tienen presencia universal e inagotable.
En el
tema precios, la gran ventaja de la central nuclear era un combustible barato, en
el caso francés debido a la construcción casi en serie del parque nuclear y a
la ausencia del coste de seguro de accidentes, que el estado francés cubre sin
repercutir en el precio de operación, los costes de producción también son ventajosos.
Desgraciadamente,
una vez terminada la salida al mercado del uranio procedente del
desmantelamiento de los arsenales militares y con el lanzamiento de nuevos
proyectos de centrales, el precio del uranio subió un 700% en poco más de 5
años, a raíz de Fukushima ha bajado a la mitad, desde esa punta, el precio del petróleo
oscila hasta un 90% en los periodos considerados inciertos para el suministro,
el del carbón ha crecido de forma más moderada, siempre en paralelo al
crecimiento de China.
Sin
olvidar lo anterior, entremos en el
terreno del medio ambiente y de la opinión pública. Para evaluar cada fuente y
cada tecnología es necesario tener en cuenta el conjunto del ciclo: extracción
y procesamiento del combustible, construcción de la central o de la instalación
de captación, operación de la misma, reposición del entorno y gestión de los
residuos.
La
primera afirmación es que ninguna opción es inocua para el medio ambiente, el
uso de todas las fuentes impacta en el entorno natural. La minerías del carbón
y del uranio así como la extracción del petróleo y el gas, su transporte, procesamiento, la construcción de los centros
de producción y la explotación generan CO2 (en el caso nuclear solo el 20 ó 30
% del generado por el carbón, en el caso del gas el 60%), en el caso del carbón
también se puede generar lluvia acida, y todos producen contaminación térmica y
polución del entorno más próximo. La hidráulica, la más eficiente y barata
impacta sobre el paisaje y cambia condiciones microclimáticas, y la eólica y la
solar impactan de forma similar, incluso se han descubierto colonización de
especies ajenas al medio natural aprovechando la sombra de los espejos de la
central solar de Almería.
La
segunda es que unas son menos o mucho menos impactantes que otras y sus efectos
son más o menos reversibles. Solo en el caso nuclear la posible irreversibilidad
no tiene solución hoy y eso a pesar de los ingentes recursos dedicados al I+D.
Los
dos problemas principales del carbón son su rendimiento, solo e 35% del poder energético
se transforma en electricidad y sus contaminantes principalmente son CO2 y
compuestos de azufre. A pesar de los muy escasos recursos destinados a I+D para
este combustible, hoy están disponibles tecnologías, llamadas de combustión
limpia, como la gasificación que permiten incrementar el rendimiento hasta el
entorno del 50%, cifra próxima a la del gas natural y que prácticamente
eliminan los compuestos de azufre (por ejemplo la combustión en lecho fluido),
mejorando notablemente la competitividad en términos de precio. El problema del
CO2 aún no tiene una solución económica, aun cuando si técnica, los métodos de
captura y fijación del CO2 en los llamados sumideros (como los océanos, o, los
pozos de petróleo y gas según se agotan) necesitan unos recursos en I+D que
serían solo una pequeña fracción de los que se ha dedicado al
sector nuclear.
Es
decir, a pesar de sus inconvenientes, y según todos los organismos oficiales, el
carbón y el gas son las fuentes que van a crecer más notablemente en el “mix”
energético. En la producción de electricidad el carbón llegará al 45% en 2030
(s/IEO). Solo con un moderado esfuerzo de investigación y desarrollo, en las
tecnologías de combustión limpia y en las de secuestro y fijación del CO2,
podrán paliarse algunas de las consecuencias. Saque cada cual sus conclusiones.
Isidoro Gracia
No hay comentarios:
Publicar un comentario