miércoles, 26 de marzo de 2014

INFILTRADOS

Lo sucedido en Madrid el pasado día 23, no puede archivarse sin más. El Congreso de los Diputados, si de verdad quiere representar al pueblo, debe ocuparse del tema y hacerlo con urgencia.

En primer lugar asumiendo y haciéndose eco de las demandas que llevaron a cientos de miles de hombres y mujeres a manifestarse, y que muchos mas, desde los diversos rincones del país comparten. El Congreso de los Diputados no puede  ser indiferente o mirar para otro lado, sobre todo  por parte de quienes se consideran de izquierda, progresistas o simplemente demócratas. ¿Acaso no presumen de que sí, nos representan todos?

En segundo lugar, el Congreso debe ocuparse de la manipulación informativa de que ha sido objeto la manifestación y las marchas que previamente atravesaron el país desde sus costas al centro de Madrid. ¿Cuales son los datos de participación reales de que dispone el Gobierno? ¿Acaso se trata de un secreto de estado? La policía municipal de Madrid dio la cifra “oficial” de 50.000 manifestantes, que sirvió de coartada a medios tan importantes como “El Pais” para difundirla como cierta. Si al propio tiempo se desplegaron 1.700 policías anti-disturbios, resultaría un policía por cada 29 manifestantes. En que se basa la policía municipal de Madrid para dar esa cifra, cuando otras fuentes (incluidos importantes medios de comunicación extranjeros) hablan de mas de dos millones ¿Por qué este continuo mamoneo con las cifras? ¿Tanto cuesta en democracia decir la verdad?

Está también el tema de la Seguridad y del comportamiento de la policía. Las fuerzas de seguridad están para protegernos, a todos, incluidos claro los ciudadanos que, como  demócratas, ejercen se derecho a manifestarse. Parece sin embargo que desde mucho antes de llegar a Madrid, el gobierno consideró a estos ciudadanos como “enemigos” etiquetándolos de “peligrosos radicales anti-sistema”, y augurando enfrentamientos ¿Por qué? Da la impresión de que se utilizó a la policía no para proteger los derechos de los manifestantes, sino contra ellos. Esta actitud es muy grave y absolutamente antidemocrática.

Se ha dicho, también desde el principio, que en las marchas de las diversas columnas, en las concentraciones previas y en la propia manifestación de Madrid, se habían infiltrado policías o confidentes de la policía ¿Es esto cierto? ¿No debieran comparecer en el Congreso el Ministro del Interior y los representantes de los sindicatos policiales que piden la destitución de sus jefes? ¿No debieran los grupos parlamentarios tener acceso a las grabaciones de las conversaciones telefónicas habidas entre la policía y sus mandos?

No estamos solo ante simples “excesos”, sino ante cuestiones mucho mas graves, de fondo. Está en juego la democracia. Bien está rendir honores a Adolfo Suárez, y celebrar la llegada de la democracia hace 35 años, pero ¿Estamos ejerciendo como demócratas en la actualidad? Lamentablemente, más bien parece que estamos asistiendo a comportamientos y actuaciones que nos retrotraen a los tiempos de aquella dictadura franquista que presumimos  haber dejado atrás.


Xesús Mosquera Sueiro / 26 de marzo 2014

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