Contra lo que suelen pensar los
que se abstienen de votar a la hora de las elecciones, la abstención no es un
gesto neutral, ni significa algo así como pasar de todo. Al contrario, expresa
un estado de ánimo de la ciudadanía si, pero además favorece y perjudica
siempre a alguien.
En el caso de España, con
carácter general y con los matices que se quiera, creo que en las presentes
circunstancias de fuerte caída en la intención de voto hacia los partidos
mayoritarios, quien se abstiene está favoreciendo claramente a esos partidos políticos,
que en cifras tienen un “suelo de voto fijo” pero cuyo porcentaje sí que varía:
En coyunturas políticas como la actual suele aumentar cuando hay mucha abstención
y descender en caso de una alta participación.
En virtud del sistema D´hont por
el que se regula la asignación de escaños, lo determinante no resulta la cifra
de votos obtenidos, sino el porcentaje que esa cifra representa sobre el total
de votantes, con clara ventaja para los partidos políticos que obtienen los
porcentajes de voto más altos. Por esta razón, en un contexto de escasa
participación los partidos mayoritarios suelen mejorar en porcentaje y por lo
tanto en número de escaños, y los minoritarios todo lo contrario.
Por la misma razón, la abstención
perjudica el relevo político y favorece la continuidad. En consecuencia, no
falta quien cree que ante las próximas elecciones europeas y a la vista de lo
que anuncian las encuestas, a quien gobierna podría favorecerle una campaña electoral
de perfil bajo que propicie un alto grado de abstención, pues así, con muchos
menos votos estaría mas cerca de conseguir mantener un numero de escaños mas
cercano al actual.
¿Qué una alta abstención
deteriora la calidad de nuestra democracia? Pus si, pero ¿Y qué, si se mantiene
el actual estado de cosas? ¿Acaso no es alta también la abstención en Estados Unidos
y en otros países? Si hay gente que cree que el voto no vale para nada, que
todo va a seguir igual, pues que lo crea, quizá no se equivoque mucho. Que nos
dejen la política a nosotros, que si sabemos de eso, y que ellos ¡pobrecitos!
sean felices con su futbol y su “gran hermano” y similares. No hay problema,
¡fíjate lo que está pasando con la crisis económica famosa, hasta empiezan a
creerse que estamos saliendo de ella!
Es vergonzoso comprobar el
escasísimo esfuerzo institucional, casi nulo hasta ahora, para estimular la
participación electoral. Y ya no gastando dinero en costosas campañas
publicitarias por las que, además, y como hemos visto hasta ahora, algunos
percibían comisiones millonarias. Pero sí haciendo declaraciones, informando,
utilizando los medios de comunicación públicos y privados para promover
debates, pedir que se vaya a votar, dar a conocer pormenorizadamente a las
formaciones políticas que concurren, sus propuestas y programas, sus
principales candidatos, y realizando esfuerzos para elevar la tensión electoral
y favorecer la participación.
No puede decirse que Europa no
interesa cuando allí se están tomando todas las decisiones importantes que
están determinando nuestro día a día. El pueblo trabajador, o acepta la
derrota, se rinde al arbitrio de los poderes del dinero, y cada uno se busca la
vida como mejor pueda, o trata de reaccionar individual y colectivamente frente
a tanto atropello y se esfuerza y lucha con las armas de que dispone. Una de
estas armas, la principal, es el voto, el derecho a votar. Y ojo, no sea que
por no ejercerlo nos lo acaben quitando también. Total -acabarán diciendo- si no lo usan ¿para que gastar en tinglados
electorales?
Xesús Mosquera Sueiro / 29 de
Abril de 2014
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