Se acerca el 1º de Mayo, la
fiesta internacional del trabajo, la jornada conmemorativa de la larga lucha de
la clase trabajadora y sus organizaciones para mejorar sus condiciones de vida
y de trabajo, si, pero también y desde siempre para hacer balance, expresar
nuevas demandas y perfilar estrategias
cara a nuevos objetivos, y no en un solo país, en todo el mundo. Es una jornada
internacional, de solidaridad internacional.
Así se acordó en el Congreso Obrero
Socialista de la II Internacional celebrado en Paris el 14 de julio de 1889, en
el que por cierto participó Pablo Iglesias en representación de los socialistas
españoles. Aquél día se conmemoraba en París la toma de La Bastilla y el inicio
de la Revolución Francesa, y los reunidos, en homenaje a “los mártires de
Chicago” y su durísima lucha por la jornada de 8 horas en los Estados Unidos,
decidieron organizar para el 1º de mayo una gran manifestación internacional en
favor de la jornada de 8 horas, sentando así las bases de la fiesta y jornada
reivindicativa internacional del 1º de Mayo.
En España se celebraría por
primera vez en 1890, con manifestaciones en Madrid, Barcelona y Bilbao. También
en Galicia, con manifestaciones y paros en A Coruña y Ferrol. En el año
siguiente, 1891, se constituirían las primeras agrupaciones socialistas de
Galicia: En febrero la de Ferrol, en Julio la de A Coruña y en Septiembre la de
Santiago.
Desde entonces hasta hoy, y van
allá 124 años, la jornada del 1º de Mayo se ha celebrado en Galicia de manera
ininterrumpida con el único paréntesis de los años de la Guerra Civil
(1936/1939). Cierto que durante la dictadura franquista se mantuvo como “fiesta
de San José Obrero”, jornada no laborable y festiva con celebraciones gimnasticas
y actos semejantes, aunque en paralelo no faltaron los actos de signo
reivindicativo, por supuesto ilegales y minoritarios y de los que se derivaron
múltiples represiones. Con la recuperación de la democracia volverían las
celebraciones del 1º de Mayo organizadas por los sindicatos de clase y democráticos.
En los últimos dos años, y con el
pretexto de la crisis económica, las principales conquistas sociales alcanzadas
por los trabajadores y por el conjunto de la sociedad española, tras muchos
años de lucha y esfuerzo, han desaparecido casi de repente o se han visto
totalmente desvirtuadas. Salarios, jornada, condiciones de trabajo, convenios
colectivos, prestaciones por desempleo, vivienda, enseñanza, salud,
pensiones, libertades y derechos cívicos,
acceso a la justicia, etc. La pobreza crece, ha vuelto la emigración como única
salida para cientos de miles de nuestros jóvenes. La brecha social se agranda con un retroceso de
muchas décadas.
Lo peor de todo es que, lejos de
considerar esta situación como algo circunstancial, pasajero o transitorio,
nuestros actuales gobernantes en Europa y en España, nos la muestran ya sin
disimulo ¡como una situación ideal! como la ansiada meta alcanzada para admiración
de otros países. Dice el Presidente Rajoy que hemos dejado pasmado al mundo
entero, que somos un gran país, que ahora nuestra economía es “mas fiable”, “más
flexible”, “más competitiva”, y que hemos “evitado el riesgo del rescate”,
aunque hace dos años nuestra deuda era del 65% del PIB y ahora alcanzó ya el
98,5%. Quiere decir con ello que “las reformas son estructurales”, son para
quedarse, y quien pretenda recuperar los derechos perdidos, será culpable de
volver a colocar en riesgo a la economía.
Debe de ser por esto último que
la actual oposición política que se dice de izquierdas (salvo alguna excepción)
está como acomplejada, medrosa, incapaz de levantar la voz, y decir con
claridad que si llega al poder derogará la reforma laboral del PP, recuperará
el derecho a la negociación colectiva y su efectividad, subirá los salarios y
repartirá mejor los beneficios en las empresas, reformará el sistema fiscal,
recuperará para lo público la sanidad privatizada, la enseñanza pública
gratuita e igual para todos, recuperará el poder adquisitivo de las pensiones
actuales y futuras, garantizará el derecho a una vivienda digna, el derecho al
trabajo, la justicia para todos, y abrirá de nuevo el camino para una sociedad
mas justa, de hombres y mujeres libres e iguales.
El movimiento sindical por su
parte, tal vez aturdido y perplejo por los sucesivos golpes y la derrota, ha
perdido capacidad de reacción. El paro masivo y la extensión de la pobreza
distancian a los trabajadores de las organizaciones sindicales. Una parte
notable de sus actuales cuadros dirigentes, huérfana quizá de la formación
ideológica y política necesaria para interpretar con acierto lo que está
pasando, habituada a una acción sindical mas “gestora de servicios” que de
lucha reivindicativa, tiene dificultades para acertar con el camino adecuado
que lleve a la clase trabajadora a recuperar los derechos perdidos. Estoy seguro
sin embargo que lo encontrará, pues su concurso es imprescindible.
Este 1º de mayo de 2014 se
celebrará en plena precampaña electoral, a poco mas de 20 días de las elecciones para la 8ª Legislatura del Parlamento Europeo, con una
economía europea estancada, 20 millones de parados, y el llamado estado del
bienestar amenazado, en claro retroceso,
o destruido ya en alguno de sus países miembros. Sin embargo, por ahora al
menos, se escucha poco, o nada, hablar de recuperar los derechos que nos han
arrebatado y de poner freno de una vez al saqueo a que nos someten las
multinacionales y la banca.
Un gran temor nos acompaña estos
días a muchos. Que el pacto de gobierno entre el Partido Socialdemócrata Alemán,
y la CDU de Ángela Mérkel, acabe extendiéndose expresa o tácitamente al
conjunto de Europa tras las próximas elecciones. Espero y deseo que esto no se
produzca, porque de ser así, vendría a confirmar que las desgraciadas reformas
que en estos dos años nos han impuesto no tienen nada de coyunturales.
Claro que no por ello la clase
trabajadora daría por buena esta situación. Al contrario, se trataría y se
trata en cualquier caso de renovar la lucha con más fuerza y acierto todavía,
tanto en el terreno sindical como en el político. La historia del 1º de Mayo
nos recuerda que solo así se consiguió avanzar, y solo así se podrá recuperar
lo expoliado.
Xesús Mosquera Sueiro / 21 de
Abril de 2014
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