¿Cuántos pasos ha dado Europa hacia conflictos como
los que marcaron su pasado?
Analizar el resultado de las
Elecciones Europeas en clave local y a corto plazo, p/e: quien o como gobernará
lo gobernable, las presidencias o simples cambios de políticas económicas y
sociales, ocultará la importancia y/o gravedad de lo sucedido.
La Unión Europea es algo más
que una mera suma de Estados, es una creación que tuvo y aún tiene (o debería
tener) como objetivo salvar a la propia civilización europea del colapso, al
que se vio abocada por las continuas guerras entre vecinos.
Los estudiosos de la
historia han elaborado herramientas que permiten, al amparo de múltiples
experiencias anteriores, prever en qué dirección se van a mover los acontecimientos
futuros, si no se corrige el rumbo con las decisiones políticas oportunas, y con
los medios, no siempre agradables, adecuados.
A principios de los años 60
del pasado siglo hubo un trabajo que es de aplicación casi directa: Estudio de
la Historia, de Toynbee. En él se ordenan las fases de cómo civilizaciones, que
han dado lugar a Naciones e incluso Imperios de muy larga duración, nacieron,
crecieron, colapsaron, se desintegraron y fueron sustituidas por otras, en
ocasiones filiales de ellas mismas.
Según las experiencias
estudiadas a la fase de colapso, consistente en la incapacidad de dar
soluciones a los problemas de sus ciudadanos sigue inevitablemente la
desintegración. El colapso produce un cisma en el cuerpo social, cuerpo social
que, según la obra de referencia se fracciona en una minoría dominante, un
proletariado interno y un proletariado externo.
Las políticas aplicadas en
la UE para dar solución a una crisis generada por la perfectamente
identificable minoría dominante, ha
permitido el crecimiento incontrolado del proletariado interno: parados,
estafados, desposeídos de vivienda y servicios públicos, explotados laborales,
dependientes privados de ayuda, etc. Y la falta de una política exterior mínimamente
coherente ha dejado llegar hasta las mismas puertas de Europa a una gran masa
de proletariado externo, con el añadido que esa masa tiene un elemento de cohesión
poderoso, su religión.
A juzgar por los resultados
de este mayo de 2014, la sociedad europea está dispuesta, por mayoría, a
continuar la desenfrenada carrera hacia nuestra ruina, eso sí, al menos hasta
la fecha, el no muy antiguo militarismo ha sido sustituido por el
intervencionismo económico, empujando a pueblos y estados hacia un
neoliberalismo convertido en religión.
Respecto a cómo van a
repercutir los resultados en la Presidencia de la Comisión, o del Parlamento y reparto
del resto de puestos de poder, hay poco que adivinar, los números cantan, si se
quiere un mínimo de estabilidad, los votantes, y sobre todo los abstencionistas,
solo han dejado una solución viable: el acuerdo entre el Grupo Popular y el
Grupo Socialdemócrata. Del cambió que esa alianza promueva, y el cambio tiene
que ser importante, del abandono de las políticas austericidas y de cambiar la
atención y decisiones, desde el confort del sector financiero al bienestar de
los ciudadanos de a píe, en especial a los desfavorecidos, dependerá si nazis,
neonazis, xenófobos, neofascistas y tribalitas varios, continúan empujando
hacia la repetición de la historia de conflictos abiertos durante siglos en
esta casa que aúnes común.
Una última cuestión, desde
ayer sin respuesta clara: ¿Mis nietos seguirán viviendo en una Europa en paz?
Isidoro Gracia
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