martes, 13 de mayo de 2014

Un enano político

Esto es la Unión Europea: lo viene siendo cada vez que interviene o no interviene en un conflicto internacional; su influencia es muy escasa. Así fue cuando las guerras balcánicas a finales del pasado siglo XX, así fue cuando unos países de la UE decidieron reconocer a Kosovo y otros no, así es siempre cuando el Reino Unido se despega de la UE para hacer piña con Estados Unidos, así fue cuando se habló de la "nueva Europa", la que apoyó la invasión ilegal de Iral y la "vieja Europa" que se opuso. Ahora también la UE demuestra su casi nula influencia internacional en el caso de Ucrania, cuyo estado parece no existir al lado de la amenazante Rusia.

La Unión Europea fue una buena idea: dejemos de pelearnos como en los últimos cuatrocientos años y pasemos a ser colaboradores en la mejora económica de nuestros pueblos. Hacía poco que había terminado la II guerra mundial, con sus múltiples enseñanzas, y la cosa cuajó. A pesar de las dificultades unos y otros estados se fueron adhiriendo a lo que ahora llamamos Unión Europea. Hasta la crisis económica que padecemos ahora -y con el paréntesis de la de mediados de los años setenta pasados- la prosperidad en Europa ha sido cierta aunque desigual. Irlanda y España prosperaron mucho pero no así Grecia, y si hablamos de regiones las desigualdades son tan evidentes que no hacen falta argumentos. 

Pero la UE no debiera ser solo un mercado para prosperar económicamente, sino una organización con ideales políticos en materia de derechos humanos, respeto a la legalidad internacional, imperio de la diplomacia, renuncia a la guerra, etc. Para ello creo que se necesitan varias premisas: primero que la UE se dote de un entramado institucional distinto del actual, un Parlamento que elija a la Comisión y que esta rinda cuentas a aquel; que el Consejo desaparezca, pues es un organismo extraño a toda integración verdadera de los estamos miembros; en segundo lugar un liderazgo que no existe hoy; en tercer lugar un funcionamiento según presupuestos ideológicos, no según intereses geoestratégicos, como si una batalla económica permanente fuese la razón de existir. 

Es penoso escuchar que los países del Mediterráneo deben unir sus objetivos contra la prepotencia alemana y -en su caso- británica y francesa. ¿Como van a unirse los países del Mediterráneo, o los del Este de Europa, si sus gobiernos son distintos en ideología y objetivos? Los que tienen que unirse son los gobiernos afines y para ello han de discutir una política común que luego enfrentarían a la política común que se supone a los gobiernos opuestos. El caso de Crimea y de las regiones orientales de Ucrania, en la actualidad, demuestra la enanez política de la UE. Rusia hace lo que quiere, como antes y ahora hacen Estados Unidos, China y otras potencias. La UE, que debiera ser la abanderada del derecho y de la justicia, de la negociación y de la paz, no tiene influencia apenas para evitar abusos lacerantes. 

Los que dirigen la UE, que cobran sueldos monumentales, deben ser sustituidos por verdaderos responsables comprometidos con la paz y con la integración europea de verdad: un gobierno y un parlamento que den cuentas a los ciudadanos, sin "troikas" ni mandangas que no han sido elegidas por nadie y que no tiene legitimidad alguna (ya es sospechosa la elección de la palabra, propia de la antigua URSS). No quieren esto los que ahora mandan en Europa: por eso siguen los paraísos fiscales EN LA PROPIA EUROPA comunitaria, por eso se imponen las políticas liberales en materia económica -con el concurso de los socialistas- por eso muchos europeos no votarán el día 25 o lo harán en blanco...

L. de Guereñu Polán.

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