domingo, 1 de junio de 2014

La "crisis" del Partido Socialista

Digo "crisis" entre comillas porque más que el resultado en número de votos que ha obtenido el Partido Socialsita (todos han obtenido pocos, aunque crean lo contrario) lo que realmente resulta preocupante es el número de los que se han abstenido: más del 54 por ciento. Entre los militantes sufridos y de base, por otra parte, no hay crisis de ningún tipo, más bien entre los que ambicionan dirigir al Partido Socialista una vez el Secretario General, señor Pérez Rubalcaba, ha presentado su dimisión. Lo ha hecho -por cierto- sin titubeos y con toda la honra que cabría esperar de un hombre de bien. Sin que nadie le presionase, porque así lo consideró y por el bien de la organización que ha dirigido durante más de dos años.

Pero ha calado entre la opinión pública la frase de que lo que se necesitan son caras nuevas: ni mucho menos. De hecho el Partido Socialista se ha ido renovando continuamente desde Suresnes, dejando atrás la veteranía de Rodolfo Llopis y dando paso a la bisoñez de Felipe González y su equipo. Luego con los señores Almunia y Borrell (sin éxito). Más tarde con el joven Zapatero y luego con el poco mayor que él señor Rubalcaba. Algunos de los que ahora se postulan son tan viejos en la política, casi, como los anteriores: la señora Chacón ha estado en cargos de responsabiliad política desde hace tiempo y lo mismo la señora Díaz, el señor Madina y otros. 

La verdadera renovación vendrá cuando se aporten ideas que sean capaces de concitar a una gran parte de la población española, como se hizo entre finales de los años setenta y principios de los ochenta del pasado siglo. Como se ha perdido mucho tiempo en no hacerlo -desde mi punto de vista desde mediados de los años noventa, con la corrupción como principal lastre- se han aprovechado de ello lo peor del país, la derecha más reaccionaria y antisocial y luego otros grupos de izquierda más o menos definidos. 

Hay una gran pérdida de tiempo -a mi parecer- en discutir la fórmula para elegir al Secretario del Partido y (si fuera alguien distinto) al candidato a la Presidencia del Gobierno. Felipe González fue elegido de una forma indirecta y harto discutible y nadie le negó legitimidad, sencillamente porque revalidadaba ante las urnas, una y otra vez, su liderazgo. Ahora cada uno defiende el método que más le conviene a sus intereses: una que vote la ciudadanía que lo desee; el otro toda la militancia... Queda por último seguir con el procedimiento actual: cada militante delegado al congreso un voto con un porcentaje garantizado para la minoría. Ninguno de los métodos invalida al otro. Para mí, el que vote todo español que lo desee es una importación innecesaria de la vecina Francia; que unas primarias eligan por sufragio universal y directo a la dirección del Partido y al candidato a Presidente del Gobierno (si se tratase de personas distintas) es tan democrático como lo que más, e incluso si se siguiese con la elección mediante un Congreso representativo con garantía para las minorías, también. 

La "crisis", pues, no es del Partido Socialista, sino de media docena de personas que no saben lo que hacer para situarse lo mejor posible y, en su caso, ser elegidos para dirigir al partido. Otra cosa son las ideas que van a aportar, de lo que no se sabe nada. 

L. de Guereñu Polán. 

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