lunes, 2 de junio de 2014

¿Será el nuevo rey ungido?

Cuando el actual rey de España fue coronado, la Iglesia le ungió en una misa solemne de pontifical, donde habló más de política que de otra cosa un príncipe de la Iglesia, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Así ha sido desde la Edad Media, desde Carlomagno en la navidad del año 800 y luego los emperadores romano-germánicos, los Habsburgo austríacos, los "cristianísimos" reyes de Francia y los "católicos" reyes de España. Y es que la monarquía ha estado siempre unida a cierta legitimidad divina: si la Iglesia no ungía al nuevo rey, la cosa no estaba completa. 

El papanatismo nacional ha empezado ya a decir sandeces en los medios de comunicación, principalmente la televisión; desde las más livianas (por ejemplo, que la abdicación del rey Juan Carlos es algo inédito en la historia de España: abdicó en 1724 el rey Felipe V, en 1873 Amadeo de Saboya, en 1931 Alfonso XIII...) hasta que el aún rey es el principal baluarte de la democracia española, cosa imposible ya que heredó la corona de un poder ilegítimo y antidemocrático que solo se legitimó por la aprobación de la Constitución española de 1978. Esperemos unos meses para que cesen las sandeces de los monárquicos de pacotilla y los pelotilleros de turno.

La monarquía -se ha dicho muchas veces- es una institución anacrónica en los tiempos que corren. Lo comprendió bien cierta burguesía europea que fue destronando reyes aquí y allá a lo largo del siglo XIX. A ello se sumó la masa trabajadora cuando tuvo la más mínima oportunidad, pero no creo que la mayoría del pueblo español, hoy, fuera partidaria de prescindir de la monarquía. No es aquí el lugar para explicar tan enjundioso asunto. La población en general sabe que su situación no va a ser mejor ni peor con otro régimen, cambiará si los gobernantes no se corrompen, gobiernan con acierto y lo hacen en favor de los más desfavorecidos, la mayoría de la poblacion. 

España es la única monarquía del sur de Europa. En Italia se desprestigió la institución y sus titulares por haber permitido el fascismo, de igual manera en Alemania por haber llevado al país a la ruina entre 1914 y 1918. En Holanda hubo una muy próspera monarquía en el siglo XVII y en Portugal tanto la monarquía como la república no han conseguido hacer del país un ejemplo de distribución de la renta y la riqueza. Más bien esta distribución ha venido de las influencias europeas, sobre todo de la solidaridad internacional y de los partidos socialistas (entendido el término en el sentido más amplio de la palabra). 

Las dos repúblicas españolas se instituyeron sin violencia de por medio, simplemente por incapacidad de los monarcas respectivos para seguir gobernando. Ahora hay quien pide un referéndum para que la población decida si monarquía o república, como si fuese tan fácil convencer de ello a los dos partidos mayoritarios del país. Además, de producirse ese referéndum, ganaría la opción monárquica (ojalá la observación de la realidad me obligase a decir lo contrario) con lo que se habría perdido una oportunidad de oro para la opción republicana.

Al Partido Socialista, como suele ocurrirle últimamente, la abdicación del rey le ha cogido con el pie cambiado, pensando en otra cosa, a pesar de que el Secretario General sabía desde hace meses que dicha abdicación se produciría pronto. La cabe al Partido Socialista la posibilidad de decir que la lealtad constitucional le obliga a respetar y admitir la monarquía, pero que la república es un régimen más acorde con la democracia, no necesita unción de ningún tipo, solo que la población elija a su más alto magistrado. Pero no lo hará, por muchas "caras nuevas" que aparecen disputándose este o aquel puesto. 

L. de Guereñu Polán.

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