Decir “república” en España tiene unas
connotaciones distintas que en otros países. Aquí el régimen republicano está
asociado a la democracia, a los dos intentos de establecer regímenes que
perseguían viejas utopías a las que España nunca se había acercado. Ya en el
siglo XIX existió una opinión pública –minoritaria- contraria a los Borbones,
sobre todo por lo que habían representado Fernando VII, su hermano Carlos y la
hija del primero, Isabel II. En el siglo XX el “rey soldado” traicionó la ley,
el régimen liberal de la
Restauración y apoyó la dictadura de Primo. De igual manera
el hijo del rey, Juan de Borbón, apoyó al general Franco y a los militares que
violaron la ley levantándose en armas, para luego gobernar sobre medio millón
de cadáveres.
Además en Europa ha habido monarquías que han
estado con sus pueblos cuando estos estuvieron amenazados por la barbarie y la
dictadura: Gran Bretaña, Bélgica, Holanda… mientras que en España la monarquía
nunca jugó ese papel, sino el contrario.
Solo el reinado de Juan Carlos I ha sido
homologable a una democracia en el sentido occidental de la palabra (y en el
siglo XIX el de Amadeo I, que no pertenece a la familia Borbón) que es el mejor
existente mientras no se demuestre lo contrario. Pero incluso cuando se trató
de discutir antes de 1978 la forma de Estado (República o Monarquía) los
socialistas se abstuvieron en este asunto dando así a entender que hubieran
deseado la república aunque los tiempos (ejército) no lo permitían.
En Portugal, una vez derrocada la monarquía a
principios del siglo XX, se instauró la República que, más tarde, los dictadores del
“Estado Novo” no cuestionaron: solo establecieron un régimen filofascista. En
Francia, una vez derrotado Luis Napoleón, se acabó todo tipo de monarquía, y
así mismo cuando el emperador alemán fue derrotado en 1918; cuando el rey
saboyano, comprometido con el fascismo italiano, fue derrotado tras la II guerra mundial. En el caso
de Grecia también la monarquía estuvo comprometida con la dictadura de los
militares, por lo que los griegos prescindieron de ella. Los reyes que habían
gobernado en los países que cayeron bajo la dictadura comunista no han vuelto a
aparecer salvo algún caso, sin éxito, en Bulgaria.
No hay un solo país europeo, salvo España,
donde la polémica república/monarquía esté pendiente. Y ello porque la
monarquía ha jugado un papel retardatario en la modernización (salvo algunas
excepciones) y la memoria de la II República
está viva en generaciones que no la vivieron. La obra de los Azaña, Largo,
Negrín, Lerroux, Companys, Marcelino Domingo, Jiménez de Asúa y otros ha sido
enorme, con errores y virtudes, pero es una semilla que no ha dejado de
germinar.
Estoy seguro de que los partidarios de la
república, hoy en España, son minoría pero no pocos, y el hecho de que en el
Partido Socialista haya muchos republicanos, pero este se encuentre
comprometido con el pacto constitucional de 1978, trae un nuevo factor a tener
en cuenta (compromiso que otros no consideran porque quizá nunca gobiernen). En
cuanto a la monarquía hubo un rey en España que abdicó en 1724 para hacerse
coronar rey de Francia y, al no conseguirlo, volvió al cabo de unos meses como
si España fuese su finca particular. Más tarde estuvieron los felones Carlos IV
y Fernando VII, que para salvar el pellejo se rindieron a Napoleón y entregaron
el país a los ejércitos franceses. Las atrocidades cometidas por Fernando de
Borbón se cuentan a miles, los caprichos y mal gobierno de su hija Isabel
fueron objeto de mofa ya en su tiempo; Alfonso XIII fue un rey amigo de
aristócratas y militares partidario de imponer su voluntad a la de los
españoles. Los monárquicos españoles estuvieron en el bando franquista durante
la guerra de 1936 y durante la dictadura subsiguiente, administrando
ministerios y empresas por doquier.
Pero la incoherencia de los republicanos
españoles está en no haber salido mucho antes a formar un partido político (o
más) con su programa y objetivos, en no haber salido a la calle si no es
aprovechando la abdicación del rey; todavía hay demasiada división entre los
republicanos españoles (es una división histórica) y todavía tienen que decir
los republicanos que se reclamen como tales qué tipo de república quieren: si
una donde prevalezca la igualdad y la justicia social u otra que se acomode a
las formas de la democracia tal y como hoy la conocemos, pero sin más. Creo que
con la abdicación del rey la monarquía saldrá reforzada por algún tiempo: los
medios de comunicación y las campañas de “imagen” de la
Casa Real harán lo suyo. Mientras tanto, a
los republicanos les queda esperar, pero no de brazos cruzados, sino con una
militancia activa que esté en condiciones de aprovechar el momento oportuno. El
actual no lo es.
L. de Guereñu Polán.
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