Lo que está sucediendo en el PSOE, y sucedió antes en el PSdeG, para
elegir directamente al nuevo secretario/a general, poniendo en circulación
lemas tales como “un militante un voto” o “devolvednos el PSOE” y otros
similares para vencer las resistencias internas, es sin duda el inicio de un
proceso lógico para que los afiliados y afiliadas a este partido puedan elegir
directamente y sin intermediarios a sus dirigentes a todos los niveles, así
como participar en la toma de decisiones de singular importancia.
¿Tendrá efectos en otras
organizaciones? Sin duda que si. Acabo de escuchar al Lehendakari Iñigo
Urkullu, presumiendo de que en el PNV la elección directa por los afiliados de
todos los cargos orgánicos es ya una realidad. Creo que en IU y en otras
organizaciones de izquierda, la formula también se abrirá paso. Lo veo más
difícil por ahora en el Partido Popular, aunque sería deseable, y no faltan
voces en su seno que así lo reclaman. Pero en donde creo que será inevitable
abrir un debate y con rapidez sobre esta
importante cuestión, es en las organizaciones sindicales, particularmente en
UGT y CC.OO.
En las organizaciones
socialistas, el voto delegado es una tradición que se ha mantenido hasta
nuestros días. Sin embargo, los tiempos han cambiado mucho, y lo que hace
cincuenta o sesenta años -o incluso muchos menos- era difícil o imposible, hoy resulta
perfectamente factible, si hay voluntad política. Y si no la hay sin duda la
habrá porque las realidades se acaban imponiendo.
En el primer congreso del PSOE y en el
constituyente de la UGT, celebrados ambos en Barcelona en agosto de 1888, participaron
en torno a 25 personas. En el del PSOE los delegados fueron 18 representando a 20 agrupaciones; en el de la
UGT los delegados fueron 25 y representaban a 29 sociedades obreras. Aquellos
congresos fueron sucesivos, del 12 al 14 de agosto el de la UGT, y del 23 al 25
de agosto el del PSOE. De los 18 delegados que participaron en el del PSOE, 16
de ellos lo habían hecho también en el de la UGT celebrado una semana antes. En
los congresos posteriores, agrupaciones socialistas y sociedades obreras, no es
que eligiesen y enviasen delegados, es que en ocasiones incluso delegaban su
representación en militantes o dirigentes de otras localidades o incluso de
otras regiones. Los desplazamientos eran caros y lentos, las comunicaciones
también, y no se disponía ni de dinero ni de tiempo libre para dejar los
trabajos y viajar.
En la clandestinidad y el exilio,
el voto delegado era sencillamente inevitable, y en los inicios de la
transición democrática, cuando tras la muerte de Franco las organizaciones
socialistas comienzan de nuevo su andadura en libertad, el voto delegado se
generalizó y se reflejó en los estatutos y en las normas internas de funcionamiento.
Incluso en las asambleas previas destinadas a elegir delegados o decidir sobre
la postura a defender en el Congreso, se planteaba aquello del “mandato cerrado
o abierto” a fin de que el delegado o delegada en cuestión, en función de las
circunstancias, pudiera o no decidir. Con la llegada de la democracia, el
súbito crecimiento de la afiliación y de la extensión e implantación
territorial, trajeron consigo un alto grado de desconocimiento inicial entre
los nuevos integrantes afiliados y los nuevos dirigentes, con los consiguientes
riesgos y en ocasiones errores, lo que, unido a la necesidad de afianzar y
consolidar las organizaciones, fue generando a su vez una normativa interna
plagada de cautelas y recursos en manos de lo que se acabó denominando como “el
aparato”. Con el paso de los años se llegaría así a conformar organizaciones
muy jerarquizadas y burocratizadas en unos casos, y en otros a estructuras
creadas en torno y dependientes de los propios cargos públicos. Es muy
elocuente que un calificativo como el de “barón” para referirse a los dirigentes regionales
del partido haya hecho fortuna.
Los tiempos están cambiando muy
rápido. En pocos años, se ha producido una autentica revolución tanto en lo
concerniente a los medios de información y comunicación como en los de
transporte. El voto directo no solo es posible, sino que se convierte en una
necesidad. Igual sucede con la transparencia y la participación en la gestión
ordinaria de las organizaciones, y con la obsolescencia de muchas de sus
estructuras organizativas. Ni siquiera el voto directo para la elección del
secretario general va a resultar suficiente. La elaboración de programas, el
establecimiento de prioridades políticas y reivindicativas, la consulta a la hora de tomar decisiones de
particular relevancia y trascendencia, son ocasiones en las que la
participación directa de los afiliados parece necesaria.
Recientemente, el Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD) sometió a referéndum interno la propuesta de
gobierno de coalición con la CDU de Ángela Merkel. En mayo de 2010 en cambio, José
Luís Rodríguez Zapatero anunció medidas en contradicción absoluta con su
programa de gobierno y a espaldas del partido del que era secretario general, y
poco después llevó a cabo la modificación del artículo 135 de la Constitución.
Se dirá que obligado por presiones fortísimas, urgentes e insuperables, aunque
para la mayoría esto no resulta creíble, y de hecho el precio de aquél proceder
se sigue pagando aún ahora por el PSOE, y también por el conjunto de la sociedad
española.
El panorama actual de nuestro
país no es nada fácil. La crisis económica y a veces la torpeza o incapacidad de
nuestros dirigentes hacen estragos. De su mano llegamos también a una seria
crisis política. La renuncia del Rey Juan Carlos que hemos conocido hoy, y
cuanto se deriva de ella, puede acentuarla. El descontento social es creciente,
y también la preocupación. Un ciclo histórico termina y se abre una etapa
nueva.
El fortalecimiento de la
democracia, la recuperación de la
credibilidad política, y en definitiva nuestra calidad como sociedad y como
país, pasa hoy en gran parte por la transformación de los propios partidos
políticos y de las organizaciones sindicales, imprescindibles por otra parte
para encarar con acierto los tiempos difíciles que se avecinan.
Xesús Mosquera Sueiro.- 2 de
Junio de 2014.
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