La decepción producida
por la inmensa corrupción, presuntamente protagonizada en Cataluña por quien
fue pilar indispensable de su historia y de la de España durante más de treinta
años y a la que no es ajena el partido que lideró y sustento su trabajo
político CIU, no es sino una página más de la “historia interminable” de la
corrupción en España. Una corrupción que
deja paso a la categoría superando
ampliamente la anécdota. El “Honorable” y su entorno familiar según diversas fuentes
pueden verse comprometidos en un enriquecimiento patrimonial a todas luces
sospechoso, entre los 600 millones de euros o una cantidad que supera con
creces la cifra conjunta de la trama Gurtel y lo que se atribuye a los Eres de Andalucía.
Que era algo que estaba
en el ambiente, incluso se evidencio en sede parlamentaria por unas
manifestaciones del Sr. Maragall, que posteriormente seria presidente de la
Generalitat. Porque estalla en este momento podría ser objeto de un detenido análisis
aunque no haga mucho al caso ante la magnitud del suceso. Lo cierto es que
desmonta dramáticamente muchos clichés oportunista esculpidos con, como mínimo trivialidad
y no poca chabacanería. “España nos roba”…quizás el ciudadano catalán ante ello
debiera hacer un ejercicio de reenfocar su visión y otear con más tino donde
esta o están los ladrones. El mismo que se hace necesario antes de imputar a
los andaluces o extremeños holganza de oficio o vivir de las subvenciones…
Durante bastante tiempo,
décadas, nadie dudaba del senny catalán. Se admiraba incluso con sana envidia
su administración y su voluntad de progreso. Su rigor al tratar o elaborar temas
políticos, así como sus posiciones siempre medidas en los grandes temas.
Lamentablemente muchas de sus actuaciones administrativas, o la situación
actual de los que son los pilares básicos del estado de bienestar en la
comunidad, infraestructuras, etc., invitan a poner en cuarentena tales
opiniones…Pujol, Narci Serra, Artur Más, numerosos alcaldes, demasiados
dirigentes, muestran una debilidad moral en lo económico y el manejo de lo
público, equiparable a lo que sucedes en otras comunidades muy afectadas por la
gangrena de la corrupción.
Siendo triste y
lamentable el caso Pujol, y absolutamente vomitivo, es un eslabón más que
deteriora la cada vez más difusa estela de la Transición, que de ser modélica,
está comenzando a mostrar más sombras que luces. Demasiada gente con papel
protagónico en el estado o en los territorios y municipios, adolecen de pies de
barro al observar el conjunto de su trayectoria. Los grandes partidos que la
protagonizaron no muestran una biografía impoluta tras su paso por el gobierno.
Lo que puede aplicarse también a formaciones históricas o muy representativas
ligadas a gobiernos autonómicos. Las anómalas situaciones patrimoniales siempre
al alza de alcaldes, presidentes autonómicos ministros o determinados
dirigentes entre el momento de su inicio de la actividad y su retirada de la
política comienzan a ser alarmantes. Tanto
como la impunidad manifiesta que se expresa por vía ejemplo, en que
delincuentes condenados como Carlos Fabra o Jaume Matas vayan a la cárcel (por
escaso tiempo) sea noticia. O que esta
se produzca porque no entren en la cárcel los facinerosos que estafaron,
robaron y hundieron las Cajas de Ahorros y quebraron la estabilidad financiera, expoliando a la
ciudadanía en torno a 100.000 millones de euros, cuyo efecto inmediato fue
servir el argumento para que los sectores más reaccionarios podasen el
incipiente estado de bienestar y los derechos civiles de forma brutal.
El mayor delito de
todos estos individuos, de esta “casta” de ladrones, estafadores de lo público,
timadores y mangantes encorbatados, no es ya llevarse el dinero de los
ciudadanos a manos llenas, el no devolver ni un euro, colapsar nuestro
crecimiento y dinamitar nuestro futuro, que lo es y muy grave, sino haber roto
definitivamente con su saqueo, sus puertas giratorias, su presencia en consejos
de administración asesorando sobre actividades en las que tuvieron
responsabilidad de gobierno –por vía de ejemplo las energéticas- en orden a
triturar los intereses de la ciudadanía, la confianza ciudadana en algo tan
noble y digno como la política. En sembrar inquietud y dudas sobre la democracia.
Dar argumentos a una extrema derecha que envalentonada abandona su cubil. Y en
contribuir al torpe intento, -a día de hoy ya condenado al fracaso-, de
mantener en minoría de edad a la ciudadanía, como comparsa necesaria para la
ficción legitimadora.
La Molt Honorable Transición,
el ex - jefe del estado, vacas sagradas que gustan seguir pontificando desde
sus pulpitos dorados de oscuro origen, patrones empresariales en la cárcel o camino
de ella, “lideres” económicos especializados en saquear lo público, esa “casta”
dirigente que monopolizó el poder los
últimos treinta años, (no la gente honesta del trabajo político diario que se
esfuerza en mantener en marcha España), está requiriendo una urgente
clausura…Puertas y ventanas abiertas de par en par deben dar paso al aire
purificador que haga más respirable el escenario. Algo que no se resuelve demonizando sucesos como Podemos, confundiendo
sintomatología y patología, encarnizándose en lo primero
e ignorando lo segundo.
La Molt Honorable Transición
amenaza agonizar con más pena que gloria por la miseria moral de ciertos
significados protagonistas de la misma y la miopía de otros. Que por mucha
resistencia que ofrezcan, serán barridos de la historia futura, pues es
imposible detener los procesos sociales.
Algunos tendrán el triste papel de enlentecer el proceso o ser cómplices
de ellos en la tarea. Pero finalmente y haciendo honor al aforismo, no es
posible engañar a todos todo el tiempo.
Antonio
Campos Romay
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