lunes, 28 de julio de 2014

¿Que pasa en el Ejército español?

Un ejército que se democratízó y aprendió los principios de la Constitución española a partir de los años ochenta pasados, ha ido cayendo, al parecer, en una serie de costumbres muy viciosas que podrían estar generalizadas. Así lo denuncia un teniente del Ejército de Tierra, Luis Gonzalo Segura, valiéndose de una novela escrita por él con el título "Un paso al frente". Habla de los abusos de los mandos, el despilfarro de recursos y la mala gestión en las Furerzas Armadas. Aporta pruebas dentro del estilo novelístico esmpleado, pero nadie ha investigado sobre las mismas. El teniente ha sido juzgado y condenado.

Una capitán que había obtenido la condena de un coronel se ha visto obligada a pedir la baja en el Ejército por el ambiente irrespirable al que se la sometía: bajas psicológicas, expedientes disciplinarios, acusaciones de deslealtad por parte de sus superiores... El Ministro calla. 

El teniente Segura indica que cuando hizo saber a sus superiores los abusos que venía observando, algunos de ellos muy graves, dentro del Ejército, se lo tomaron como un ataque personal. Nadie ignora que la pertenencia a las Fuerzas Armadas, así como a otras instituciones estatales, obliga a la renuncia de ciertos derechos que tienen los ciudadanos, pero no a la libertad de expresión, no puede castigarse -en buena ley- a quien denuncia la corrupción y no puede castigarse a nadie solo por el hecho de que denuncie los vicios que puedan existir. Deben comprobarse y llegar a una conclusión válida.

La actitud de las autoridades militares revela que debe haber mucho de verdad en el calvario de la capitán Zaida Cantera y del teniente Segura. Quien no tiene miedo a esclarecer la verdad es el que no está comprometido con la corrupción y las malas prácticas. El que está emponzoñado, el que es cómplice, el que quiere gozar de privilegios fuera de los reglamentos, ese se niega a toda investigación y permite acosos sexuales, pillajes, gestiones perniciosas de los fondos públicos, etc. 

Una cosa es reconocer la labor humanitaria y valiente de los militares españoles en el exterior (Afganistán, etc.) y otra permitir que los mandos en España abusen de su posición sin que la democracia tenga cabida en el Ejército. Las órdenes del mando no se discuten -esto es inherente a todo ejército- pero los abusos y corruptelas que se denuncian deben ser aclaradas y castigados sus responsables, poniendo los medios para que no se repitan actitudes generalizadas como las que denuncian los militares aludidos en este artículo. Y el primer responsable es el Ministro de Defensa, más atento al parecer a sus poderosos intereses personales en la industria armamentística (hasta marzo de 2009 fue consejero de una empresa española dedicada a la fabricación de bombas de racimo...).

L. de Guereñu Polán.

2 comentarios:

Suso dijo...

Imposible olvidar el episodio del Yak 42 en los tiempos del Ministro Trillo.

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

Muy de acuerdo.