Esta es la expresión utilizada por el
socialista López Aguilar para indicar lo que para él es “la razón de ser” del
socialismo. No tengo motivos para pensar que lo haya hecho inconscientemente,
por lo que hay que valorar lo que de fuerza ideológica y moral tiene aquella
expresión: nada menos que la reducción drástica de la renta y de la riqueza
entre unas clases y otras, el acceso a la cultura y la formación por parte de
quienes todavía tienen dificultades en ello, viviendas para los necesitados,
trabajo para el 25% de los españoles en edad de trabajar, sanidad gratuita y de
calidad para toda la población, rechazo frontal a la xenofobia y al racismo,
política internacional de cooperación y prosecución de la paz… No es poco.
En un periódico nacional (fecha 13 de agosto de
este año) el autor citado señala que “buena parte de los socialistas europeos
se han habituado a un paisaje en que gradualmente renuncian a gobernar por sí
solos con vocación mayoritaria”. Recuerdo las palabras de Enrique Múgica a
finales de los años setenta pasados, en A Coruña, cuando nos dijo a los
socialistas gallegos que debíamos tener políticas autónomas, diferenciadas, que
permitieran al electorado distinguir claramente lo que somos. ¡Cuánto se ha
desdibujado el discurso socialista desde entonces!
López Aguilar señala también que la actual
situación de crisis y sus dimensiones “han deteriorado las condiciones para que
los socialistas conformen respuestas comunes y estrategias compartidas…”. Se
refiere a los socialistas europeos, cada cual por su lado en “razón” de
nacionalidad o lengua (véase lo que ocurre en Flandes, en Valonia, en
Cataluña…). ¿Dónde está la
Internacional Socialista para coordinar las
políticas de los partidos de esta gran y más que centenaria familia mal
avenida? Se impone, dice López Aguilar, restaurar la identidad del socialismo,
hecha añicos por los oportunistas que han llegado a sus filas, por los
tecnócratas progresistas o menos, por los partidarios de la “ortodoxia
económica”.
El combate histórico –sigo citando al citado-
por la igualdad social y contra la exclusión e injusticia han de llevar a la
“pasión por el cambio” y por la innovación… por el internacionalismo (son sus
palabras: ¿que pensarán de esto último los que se dejan llevar por localismos
estériles buscando tan solo sus réditos electorales?). En efecto, el
socialismo, o actúa a nivel internacional en una economía globalizada o no
tiene nada que hacer como no sea poner parches a los desaguisados del
capitalismo. La U.E.
–termina- “afronta su última oportunidad”, sabedor de que no es aquella
asociación supranacional un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar las
metas arriba enunciadas.
¡Que poco cuadran estas palabras con los pactos
entre socialistas y conservadores en el Parlamento Europeo para este o aquel
sillón…!
L. de Guereñu Polán.
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