Los dos argumentos contra la propuesta de reforma son: no se concreta qué y cómo reformar (derecha) y es insuficiente (nacionalistas). Ambos argumentos son cuando menos inexactos.
Al
debate sobre la articulación territorial, derivado del enquistamiento del
problema suscitado por los dirigentes catalanes, se suma el derivado de las
consecuencias de las medidas anti crisis, de cómo se garantiza en el texto de
la Constitución un cierto grado de bienestar.
Respecto
al primero de los aspectos, el encaje de Cataluña, la frágil memoria de los
opositores a la reforma, obvia que en junio de 2006 culminó la fase política de
un nuevo texto del Estatuto de Autonomía, texto apoyado por el 72 % de los
diputados autonómicos, y refrendado en referéndum por el 74% de los votos de
los ciudadanos, apoyaron el no el PPC y
ERC que consiguieron el 21%. Luego un texto de referencia ya existe. Por otra
parte, respecto a la suficiencia o insuficiencia, hay que recordar que incluso
ERC voto a favor de otro texto concreto, que es de suponer que les debió de
parecer aceptable.
Cierto
es que la situación actual es fruto no de un proceso puramente político, sino
de un proceso político trufado con otro judicial, aún cuando el tribunal que
intervino fuera el Constitucional, pero la existencia de un posible punto de
encuentro queda demostrado, muy identificado, y solo dependiente de la mera voluntad política.
Si eso
no fuera suficiente, experiencias muy cercanas, como la modificación, en 2006,
de la Ley Fundamental de la República Federal Alemana, con un claro reparto de
competencias entre la Federación y los Länder podría ser buen referente. Por
cierto, para los temerosos de las modificaciones constitucionales, los alemanes
llevan 52 y parece que no les va muy mal,
eso sí, lo del “derecho a decidir” solo se contempla para el conjunto de los
ciudadanos.
Respecto
a las garantías para blindar determinadas obligaciones del Estado respecto a
sus ciudadanos. Mediante una “reforma exprés” y procedimiento abreviado se
permitieron en dos ocasiones modificaciones exigidas por la pertenencia a la
UE. La primera de 1992 razonable y lógica, la segunda de 2011, según mi opinión
llegó más lejos de lo necesario, tanto en su urgentísima tramitación, como en
la renuncia al uso del déficit como instrumento económico, que fijó el actual
gobierno. Con esos antecedentes fijar constitucionalmente un nivel mínimo de gasto
del PIB garantizado y destinado a derechos básicos (por ejemplo educación y
sanidad) no parece ni demasiado revolucionario, ni menos importante que el pago
de la deuda, que la reforma de 2011 califica de absolutamente prioritario.
No se
me olvida el otro tema, mucho menos importante, el de la monarquía
constitucional, con un Jefe del Estado sin funciones ejecutivas, o un
Presidente de la República con un amplio poder, legitimado por el voto
ciudadano y en consecuencia de muy difícil control, y que puede llegar desde la extrema derecha o desde cualquier otro extremo.
En
este caso, también se han dado pasos, por ejemplo: la abdicación deja libre de
deuda a una generación, a la que el 23 F nos pasó factura. Los partidos que
quieran introducir el debate tendrán que valorar el esfuerzo a dedicar a algo
que el propio devenir de la historia está amortizando, con pocos traumas,
y si supeditan un posible acuerdo en
otros temas importantes, como el equilibrio y la solidaridad interterritorial e
intergeneracional, y el resultado de un
texto consensuado, a tener un rey solo representativo o presidente con poder
real y con difícil control moderador de ese poder.
Septiembre
de 2014
1 comentario:
Isidoro, cuantas veces hemos comentado el tema de Cataluña que tú, hace muchos, muchos años, considerabas más preocupante que el de Euskadi, pese al problema terrible del terrorismo de aquellos momentos.
Publicar un comentario