“The economy, stupid”, es una frase surgida en la campaña de Bill Clinton frente a George Bush de 1992. Hizo fortuna en la cultura política estadounidense y también más allá de sus fronteras aplicándose a aspectos distintos. Se acomodaría al talante y falta de talento del ejecutivo del Sr. Rajoy, su obtusa capacidad de iniciativa y al conjunto partidario que respalda sus actos al socaire de una mayoría absoluta que se comparezca ya muy poco con le realidad sociológica.
El soniquete de la judicialización del tema
catalán como única salida del Sr. Rajoy y sus adictos en permanente autismo,
les equipara al que practican desde la Generalitat sus responsables. Rehenes de
esta sandez supina, el pueblo catalán, sometido a la tenaza de dos nacionalismos,
el español y el catalán. Entre la fiebre recentralizadora más reaccionaria y el
separatismo más exaltado… En todo ello nada que huela a política, sino a lo que
los italianos llaman “manca finezza” llevada al absurdo. Algo que define bien la acción presupuestaria en los momentos
actuales del Sr, Montoro, que en el presupuesto para 2015 penaliza a Catalunya
en un 57% con respeto a 2011 en la inversión per cápita y contempla la menor
inversión pública regionalizable del Estado
en Cataluña en 17 años (El País).
Es un bisoño
D. Pedro Sánchez, con todo por demostrar, quien ha entendido, que pese a sus objeciones
de orden legal al llamado “proceso participativo”, la necesidad de decirles a
los catalanes “que juntos con el resto de los españoles estarán mejor que solos”.
“Us estimem. Volem una Catalunya a la vanguardia del canvi a Espanya”. Y que
desea tenerlos en una España abierta y para todos. Algo novedoso en orden a dos
interlocutores, Rajoy y Mas empecinados
en dialogar a través de los tribunales, en clara dejación de su capacidad
política o evidenciando su incapacidad para la misma.
El Sr. Mas
justificó este proceso desde que lo inició hasta llegar a la más que extravagante
puesta en escena del domingo 9, en la necesidad que entiende una parte de su formación política y aquella
de la que es rehén y otras formaciones afines, que en su conjunto muestran una
mayoría significativa en el Parlament, que es necesario saber lo que piensa el
pueblo de Catalunya respeto de determinadas cuestiones. Algo que en principio
es difícilmente objetable, pese a otras razones distintas e incluso legítimas. Como
es de difícil asimilación conceptual la expresión de la dirigente popular Dña. Alicia Sánchez Camacho (14/10/2014) “que
no se pueda votar es una victoria de la democracia”.
Seguramente el itinerario hubiera sido mucho menos
complejo y desde luego más honesto de haber actitudes distintas. Con lealtad
institucional recíproca, una mayor transparencia y mucha menos hipocresía en
sus protagonistas, hubiera sido posible otro desenlace. Algo difícil de recabar
en una de las partes, el PP, que tras la aprobación por el Parlament, retocado
y aprobado por el Congreso y refrendado por el pueblo catalán llevo al Tribunal
Constitucional (en situación institucional como mínimo anómala) el Estatut para
tumbarlo y de paso erosionar al presidente Sr. Rodríguez Zapatero…Por medio, los populares no ahorraron medios para ahondar de la forma más zafia la brecha con Cataluña en diversos escenarios…
Incluyendo campañas de boicot de los
productos catalanes por el hecho de serlo… (seguida por el 21% de los
madrileños, según orgullosamente subrayó ABC).
Cuando algunos dirigentes
que se apuntan al “progresismo” en el
PP, citan a D. Manuel Azaña, fuere menester recordasen sus reflexiones: "Hay
que dejar paso al Estatuto y no hay derecho a contraponer nunca la vigilancia,
el cuidado y el amor a la cultura castellana con la vigilancia, el cuidado y el
amor a la cultura catalana [...] Tan española es [la cultura catalana] como la
nuestra y juntos formamos el país y la República".
El separatismo catalán estará en deuda eterna con el integrismo
del P.P. Por su parte, el Sr. Mas con su concepto de lealtad institucional,
producto de ser una asignatura impartida cuando el no asistió a la facultad,
perfectamente podría haber esperado a la resolución definitiva del TC de su Ley
de Consultas. Tras el fallo sería más entendible plantear un procedimiento
alternativo. Siendo por cierto un espectáculo
esperpéntico observar como de facto el gobierno conservador hace pieza angular
de su estrategia, que el TC se convierta de facto en tercera Cámara…Algo sobre
lo que no han tenido el buen gusto de informar a la ciudadanía porque motivo inducen
tal situación.
Salvo las efusiones
de patriotismo lírico y festivo o amenazas jurídicas o presuntamente testiculares,
no se atisba algo que reclama el sentido común. Abrir las compuertas de la
política, la armonización de posturas, el dialogo y erradicar sin contemplaciones
los talantes inmovilistas propiciadores de fracturas que terminen siendo
insalvables. Algo que parece entusiasmar a los fundamentalistas de ambos
colectivos, que si algo tienen en común es lograr de la ciudadanía cada vez
mayores cotas de fatiga y estupor.
Los “resultados”
de este domingo siendo importantes y aceptando unas cifras obtenidas con
mejorable rigor, se estancan en las aportadas por las Diadas de estos tres
últimos años. Afianzan un escenario no menor. Pero no nos indican la posición
del resto de la ciudadanía que en orden a sus razones se abstuvo de algo que
como mínimo percibían como una coartada personal del Sr. Mas y su fracaso,
apoyado de mala gana por otros miembros de su posicionamiento.
Tras cierto
tiempo de democracia, aceptados como miembros de la UE y sufriendo los avatares
del euro y de una globalización que arroja sobre nosotros más sombras que luces,
caminando una senda que nos es común y que reclama ser reconsiderada, es hora
de hacer balance de la conciliación de nuestra diversidad territorial y
plurinacional frente a tentaciones ultra-centralistas. Entender como activo lo
que se percibe “diferente” y no como una
molestia a eliminar, y menos como algún energúmeno megáfono en mano desearía.
Entendiendo que Cataluña es España, pero no de España en el viejo concepto
unitario castellano. Algo que vale para Euskadi y para Galicia.
El 27 de
marzo de 1930, (van ya 84 años), al
final de una cena en el restaurante Patria de Barcelona, en la que participaban
intelectuales madrileños y catalanes,
manifestó D. Manuel Azaña que concebía España,…"Con una Cataluña gobernada por las instituciones que quiera
darse mediante la manifestación libre de su propia voluntad". "Unión
libre de iguales con el mismo rango, para así vivir en paz, dentro del mundo
hispánico que nos es común y que no es menospreciable,,, Y he de deciros
también que si algún día dominara en Cataluña otra voluntad y resolviera ella
remar sola en su navío, sería justo el permitirlo y nuestro deber consistiría
en dejaros en paz, con el menor perjuicio posible para unos y para otros, y
desearos buena suerte, hasta que cicatrizada la herida pudiésemos establecer al
menos relaciones de buenos vecinos".
Antonio Campos Romay
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