Una fría mañana de principios de noviembre de 1837, se
ejecutó al delincuente más buscado del siglo XIX, por 40 robos demostrados.
Casi 200 años después, delincuentes con mayor número de delitos están libres.
El bandolero Luis Candelas no fue un delincuente
común, él preparaba sus asaltos cuidadosa y meticulosamente. Los actuales
tampoco son comunes, también preparan muy meticulosamente sus actos. e incluso
las repuestas a las posible consecuencias.
En el cadalso se confesó pecador y patriota. Los actuales piden
disculpas públicas y se escudan en banderas y patriotismos varios intentando
evitar el castigo. El bandido decimonónico fue ejemplo de educación, mediante
un sistema autodidacta (su paso por los jesuitas terminó en expulsión), que le
permitió incluso ganar un puesto como funcionario del Estado, los actuales
suelen haber pasado por la Universidad, o por colegios de elite (de órdenes
religiosas incluidos), y también, muchos de ellos, han sido (o aún son) altos
funcionarios.
Con la colaboración de
amigos, incluido algún político importante, liberal por más señas, al
que a su vez había ayudado a escapar de la cárcel, sobornos y otras artes,
logró escapar de la cárcel en seis o siete ocasiones. El estos últimos tiempos
el reparto de beneficios y comisiones varias, los favores mutuos de amigos:
políticos, bancarios, empresarios e incluso de personas con carreras judiciales
y del derecho, los modernos bandidos evitan incluso el trago de entrar en la cárcel,
otros, una vez dentro, obtienen permisos y grados suavizados de prisión.
Aquel Luis cuando, por sus últimos errores, cayó
definitivamente en desgracia y vio que esta vez los sobornos no podrían liberarle
de su destino, recurrió a rogar el indulto a la entonces monarca del reino, la Reina regente María Cristina de Borbón Dos Sicilias. Igualito,
igualito que hoy en día, que los que, rechazado el último recurso, al último tribunal,
se encuentran con una condena en firme y una orden de entrada en prisión. Eso
sí, al condenado del siglo XIX no le funcionó, y a muchos de los actuales les
cae el indulto como regalo del gobierno (en especial si lo tramita el despacho
de abogados adecuado).
Para continuar con las coincidencias, Candelas cayó
definitivamente en desgracia, porqué al asaltar
a la diligencia del embajador de Francia en Torrelodones le sustrajo no
solo dinero y joyas, sino también unos documentos confidenciales y
comprometedores y quizá también influyó el que robó a la modista de la propia
reina. Esto de los documentos y el robo a los miembros de la propia
organización (partido, patronal o socio) suena
muy próximo a titulares de prensa actuales.
Y por remarcar alguna diferencia, bandoleros como Luis
Candelas, o su colega de profesión José Mª en Tempranillo, gozaron de la
simpatía del pueblo llano, porqué compartían con los desfavorecidos parte de lo
que conseguían con sus tropelías y demostraron su patriotismo luchando, al
menos temporalmente, por la libertad y derechos de sus ciudadanos y los Luises
y José Marías actuales, no solo no reparten, sino que además de quedarse todo
para ellos, la patria la defienden como otros depredadores defienden sus
territorios de caza.
Noviembre de 2014
Isidoro Gracia
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