martes, 25 de noviembre de 2014

TIEMPO DE AUTOCRÍTICA PARA EL SINDICALISMO EN ESPAÑA

En el seno de UGT y CC.OO. se percibe malestar y desorientación. El poder financiero y las multinacionales han ganado la partida por goleada: reforma laboral, de las pensiones, de la negociación colectiva, recortes y rumbo imparable hacia la privatización de la sanidad, la educación y los servicios sociales, e imposición de presupuestos destinados a desmantelar lo publico, imponer las leyes del mercado, y quebrar el papel de los sindicatos de clase en la economía y en la sociedad.

Entre el resto de sindicatos el panorama tampoco es halagüeño. Además de sufrir el mismo marco institucional impuesto por los poderes económicos, ya ni siquiera les queda margen para mantenerse en la crítica a los dos mayoritarios. La impotencia es general frente a políticas que generan paro y desempleo, reducen los salarios, generalizan la precariedad y extienden la pobreza y el miedo entre los trabajadores. Ni siquiera en el terreno político se atisba una esperanza que vaya mas allá del castigo a los partidos que hasta ahora han gobernado el país.

En este contexto varios son los riesgos. El mas peligroso es el de “esperar a que escampe”, a que las cosas mejoren solas, a que la economía se recupere y con ella todo lo demás. El otro, igualmente peligroso, es el de tomar decisiones precipitadas y erróneas envueltas en la urgencia de las soluciones y en la necesidad derivada de la caída de los ingresos.

De medidas como la reducción de la estructura organizativa o la fusión de organismos, sin duda inevitables en muchos casos, no pueden esperarse resultados que respondan a los problemas de fondo a los que se enfrentan hoy los sindicatos de clase en España y en Europa. Se hecha en falta una autocrÍtica rigurosa para ir detectando los errores cometidos, lo que no se ha hecho bien, lo que hay que corregir. Porque están a la vista, percibimos los síntomas, pero falta tal vez un diagnóstico acertado del mal que nos aqueja, y sin él, es muy difícil poder acertar luego en las soluciones, en las medidas a tomar. Medidas organizativas y administrativas, claro que si, pero también y sobre todo de política y estrategia sindical.

Así por ejemplo, la época de los grandes pactos sociales parece haber quedado atrás, y la realidad impone hoy escenarios de reivindicación, de lucha y de denuncia desde abajo y desde arriba, con herramientas adecuadas para ello como medios de comunicación y de información propios, al servicio de la causa y los intereses de las clases trabajadoras.

 Igualmente, las carencias y debilidades de la negociación colectiva ponen de manifiesto la necesidad de una mayor intervención de los poderes públicos en las relaciones laborales.

 Tras la crisis económica ha llegado la social y la política, de manera que el país entero está sumido en un “fin de ciclo” y se encamina hacia una nueva etapa política que no puede perfilarse ni construirse al margen y menos aún contra los intereses de la clase trabajadora.

La renovación de cuadros dirigentes es una necesidad, aunque no sea tarea fácil en los tiempos actuales. Sin renunciar a la propia historia y con el concurso de todos, corresponde a los más jóvenes construir el futuro y ha de abrIrseles el camino para ello. Lo están haciendo los partidos políticos, y han de hacerlo también los sindicatos.

 El “sindicalismo de servicios”, imprescindible sin duda, ha de ser necesariamente compatible con el de transformación social y política. El sindicalismo no puede dar la espalda a la política dejándola en manos de banqueros y grandes empresarios. No puede ignorarse que los jubilados y los trabajadores en activo, parados o con empleo, tienen en sus manos su futuro y el del país si saben utilizar sus votos.

La financiación del movimiento sindical sigue siendo una asignatura pendiente en España que ha de abordarse de una vez, sin subterfugios, con claridad y rigor, salvo que se de por buena la tesis de los que dicen que “el mejor sindicato es el que no existe”. La protección de los derechos del trabajador y la trabajadora, o la hace el estado, o un movimiento sindical fuerte y democrático, o ambos a la vez. Pretender que sea el propio mercado el que regule sin  mas los salarios y las condiciones de trabajo, conduce a la pobreza y a nuevas formas de esclavitud y dependencia.

La unidad sindical, sino orgánica sí de acción, es una demanda y una exigencia de la clase trabajadora que los sindicatos no pueden ignorar. El actual modelo de elecciones sindicales en España puede y debe ser mejorado y revisado.

El sindicalismo en España atraviesa un tiempo difícil si, pero sigue siendo una herramienta imprescindible, que pertenece única y exclusivamente (no se olvide) a la propia clase trabajadora. Sindicatos de clase y sindicalistas tienen ante sí enemigos poderosos que si pueden, los destruirán sin reparar en los medios para ello.

Por fortuna, los sindicatos españoles, todos ellos, cuentan con centenares de buenos sindicalistas. Hombres y mujeres honrados, comprometidos y hasta ejemplares, lo que no impide la existencia de traidores y corruptos que deben ser denunciados y expulsados de sus organizaciones, y por supuesto sometidos a todo el rigor de la justicia cuando proceda.

Poseen los sindicatos pues, todavía, lo mas importante para encarar la difícil realidad actual e iniciar el camino para recuperar los derechos arrebatados a la clase trabajadora. No poseen edificios o grandes patrimonios inmobiliarios o financieros, pero si lo principal: capital humano.  Además, no hay otro camino, la receta neoliberal de “pasa de sindicalismo y de política, ocúpate de lo tuyo y verás resuelto tu problema” es una gran mentira. De esta, o salimos juntos, solidariamente, o no saldremos.

Xesús Mosquera Sueiro / 25 de noviembre de 2014



1 comentario:

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

Guereñu dijo: estoy muy de acuerdo y las reformas en los sindicatos deben ser de calado, pues los tiempos son muy otros. Por cierto que ayer escuché a un dirigente vigués del Partido Socialista decir que no cree en los sindicatos. Sin matices de ningún tipo. Se trata de alguien que proviene de la Liga Comunista Revolucionaria...