El
catalogo siniestro de la violencia de género, comporta no es solo una acción desalmada contra la integridad física de la víctima,
sino una coacción psicológica que refiere las alteraciones patológicas de mente
del maltratador. Algo siempre acompañado de deleznables agresiones a la
libertad sexual de la persona, violación, requisa de su libertad, etc.
A
lo largo y ancho del planeta como una sucia mancha se extiende la práctica de
la violencia contra la mujer. Asoma en continentes distintos con características
particulares en cada caso. La esclavitud sexual en amplias zonas de Asia y África
acompañada de lucrativos negocios, la ablación clitoridiana practicada en los
países árabes, el suplicio del vendaje de pies de las niñas en muchas regiones
de China, el tratamiento de la mujer en Japón, la impunidad de las violaciones
en la India… Una violencia que en ocasiones llegó a ser un fin en sí misma. La
antropología y la psiquiatría debieran darnos razón a algo que para el humanitarismo
carece de razón. Es una plaga que sufre más de la mitad de la población del
planeta desde siglos y que tiende a aflorar con mayor virulencia allí donde la
desigualdad social es mayor, la cultura es menor, y la libertad no tiene
espacio. Cuando la escasez de recursos
económicos asfixia una sociedad, esta carencia habitualmente se salda con la empobrecimiento
absoluto y la máxima precariedad del género femenino…Son sociedades donde el
hombre se aferra compulsivamente al poder político y económico. Y en las que
siempre está en juego en última instancia, las relaciones de poder entre los
sexos, el control y dominio de las mujeres
y el mantenimiento de la sumisión de estas.
La
violencia es una espiral diabólica cuya mayor manifestación es que se ejerce
sobre los ideales y los derechos de los demás. En este caso sobre la población
femenina. Otra de sus expresiones es la incomunicabilidad. El muro de silencio
y de distancia como elemento de violencia... Quien ejerce la violencia,
desconoce su mísera condición e ignora en su personalidad trastornada, que la
violencia es el la impotencia del cobarde. Y una expresión de su propio miedo. El
maltratador es un ejerciente de la agresividad más violenta. Cuya ofuscación le
impide ver que lo que se obtiene con violencia solo se puede mantener con
violencia. La violencia de genero es en
gran medida, el miedo a la sensibilidad, los sentimientos y las pasiones de la
contraparte… y la poca confianza en las propias...
Violencia
de género, es la violencia de la agresión física ejercida sobre una mujer, con brutalidad
enfermiza y cobarde, en la que siempre se agazapa un instinto asesino incapaz de la percepción de la moral y el amor. Pero
también es, esas palabras y actitudes que no dejan moretones en la piel pero si
llagas en el alma y en la autoestima.
Hoy al igual que en el pasado la violencia basada en el género traspasa toda frontera social, y encuentra fácil
propagación en las crisis económicas que sumadas a los
programas de ajuste estructural se combinan muchas veces con gobiernos
autoritarios y represivos, propiciando la violación de los derechos humanos y
la pérdida de libertades políticas. La corrupción que acompaña tales procesos comporta también una crisis de
legitimidad del estado y de moralidad de la ciudadanía. En esta ecuación, la mujer, el eslabón más débil, en una
geografía muy extensa, soporta sobre si la mayor dureza de la situación. .
Uno de los
más crueles ejemplos es el tráfico de mujeres y niñas para practicar la
prostitución. A día de hoy sigue siendo una de las formas más antiguas, pero
absolutamente floreciente de explotación sexual y violencia contra la mujer…Cosificadas
hasta extremos inhumanos, su vida es absolutamente secundaria dentro de la
trama extorsionadora de explotación. Una prostituta es un ser invisible en una
sociedad con la sensibilidad cauterizada.
Si el gran objetivo es construir una
sociedad democrática presidida por el respeto a los derechos humanos, el paso
ineludible es contribuir a elevar la capacidad crítica tanto de la mujer como del hombre desde la edad más
temprana, frente a la sociedad que la discrimina. Contribuir hombres y mujeres a
recuperar el rol de estas en pie de igualdad con los varones. Entre ambos
géneros, construir espacios de paridad y participación en un plano de igualdad
de oportunidades.
No cabe racionalmente construir el futuro ni
la democracia pisoteando los derechos y la dignidad de más del cincuenta por cien de la
ciudadanía. Ninguna sociedad puede
calificarse ni civil ni éticamente
digna, mientras en ella se ampare, se ignore o no se reproche moral y
penalmente con la mayor severidad cualquier atisbo de violencia sobre la mujer
o menoscabo de sus derechos.
Antonio
Campos Romay
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