Para entender
algo del alud de encuestas y sondeos es necesario algún conocimiento básico
En el
inicio de este año electoral todas las semanas aparecen lo que pomposamente se
califica de encuestas, lo cierto es que apenas pasan de sondeos en los que
abunda la “cocina”.Las diferencias entre estos dos métodos están relacionadas con su longitud y el tipo de respuestas que los consultados pueden dar. Las encuestas son largas con múltiples preguntas, y posibles respuestas a iniciativa del encuestado. Los sondeos son cuestionarios cortos, a menudo con una sola pregunta. Una encuesta o un sondeo científico bien realizado pueden proporcionar una visión fiable de la opinión de mucha gente, no solo de los que fueron entrevistados.
Para que la consulta se pueda calificar de científica la muestra debe ser suficientemente amplia (este requisito se incumple por la práctica totalidad de lo publicado hasta ahora) y la elección de los consultados debe componerse de una mezcla adecuada de una elección muy dirigida de los colectivos y muy aleatoria en los individuos a consultar.
Sin embargo, el límite de contar con respuestas de opción múltiple,
como suelen ser las consultas electorales, significa que encuestas y sondeos
suelen tener poca profundidad y pueden pasar por alto muchas de las sutilezas
que existen en la población objetivo. En el momento de la interpretación de los
datos, para que sean lo más objetivos posibles y próximos a la foto del momento,
es imprescindible detectar esas sutilezas y para ello la historia de las
elecciones anteriores es la única película fiable (lo que también es un
requisito incumplido general y reiteradamente por lo publicado hasta la fecha)
Un dato que debería figurar, junto a la ficha técnica, es el de
los resultados directos, sabiendo que estos demandan inexcusablemente la cocina
del experto para que sirvan de análisis de la realidad y aproximarse al
resultado de las elecciones. Esto suele ser evitado en muchos de los medios,
por una razón muy obvia: que el lector saque sus propias conclusiones.
La
abundancia de estudios, sondeos y encuestas hasta el día de hoy sobre próximas elecciones
ofrece un par de conclusiones realistas y poco más y siempre referenciado
exclusivamente a unas posibles elecciones generales. Casi todo lo publicado está
más dirigido a empujar en la dirección que propicia, o apoya, el medio que lo publica, que al análisis de lo
que realmente opinan los ciudadanos.
Sin
pasar por experto sociológico, pero con alguna experiencia en ese campo, para mí
hay algunas conclusiones claras:- En contra de lo que la mayor parte de los titulares mediáticos sostienen, PSOE Y PP mantienen un espacio propio, más consolidado cuanto más claramente se diferencian sus propuestas específicas a temas concretos, espacios que la ambigüedad de un recién llegado puede arañar solo superficialmente. El motor del enfado no es suficientemente potente para producir el vuelco que se vende como inevitable, la historia democrática solo recoge algo similar cuando las fuerzas dominantes en cada espacio se han suicidado, caso de UCD en España o del PASOK en Grecia.
- Lo que los sondeos indican, valorados en su conjunto y no por
separado, es que el electorado pasa por un
estado de confusión superlativo, confusión que creo que está siendo
alimentada desde importantes grupos de presión económicos y mediáticos, así
como por el PP y sus apoyos mediáticos. Solo cuando el grado de confusión es
suficiente pueden prosperar, en aras de la siempre deseada estabilidad
institucional, las soluciones como la
dada en la U.E.
Enero de 2015
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