martes, 17 de febrero de 2015

Crímenes en Fonseca (Santiago)

Fuerte de San Cristóbal. Imagen elegida para la exposición.
Se ha tenido la buena idea de exponer documentos muy importantes sobre los crímenes cometidos por el franquismo durante la guerra civil en una de las provincias que antes estuvieron bajo su férrea dictadura: Navarra. Cerca de Pamplona está el monte Ezcaba, más conocido como monte de San Cristóbal, donde las autoridades franquistas encerraron, en condiciones infrahumanas, a varios cientos de presos, algunos de los cuales consiguieron escapar en mayo de 1938. Otros fueron atrapados y, junto con los que se quedaron en el sórdido edificio, que todavía se puede visitar, sometidos a las humillaciones y tratos más viles y criminales. 

Todo esto se puede ver estos días en el edificio Fonseca, en el mismo centro de Santiago, tanto por medio de un documental filmado como por las reproducciones de fotografías y documentos de primera mano sobre las atrocidades cometidas por los sicarios del franquismo. El propio general sublevado ordenó que aquellos que fueran muriendo (fusilados o por cualquier otra causa) fuesen enterrados en un cementerio anejo con una botella entre las piernas, en cuyo interior constaban datos sobre su nombre y otras circunstancias, en ocasiones simples mentiras. Se falseó luego la realidad señalándose por las autoridades de la época que habían sido objeto de juicio. Nada de eso.

Más de seiscientos gallegos sufrieron aquellas atrocidades: frío, hambre, abusos, golpes, insultos, amenazas... cuando no la muerte a manos de unos verdugos inmisericordes. Es ocasión de oro para que los que se acerquen a Santiago puedan ver una exposición excepcional, testimonio de la memoria colectiva, explícitamente documentada con datos que no ofrecen dudas, porque son los originales. 

Cárcel desde 1934, un antiguo edificio militar "albergó" a cientos de españoles, incluso requetés y falangistas, que no quisieron seguir al general Franco en la farsa de "movimiento" que había iniciado. Por tanto el caso de Ezcaba es un ejemplo de vileza sin límites, pues ni los propios ni los extraños se libraron de la crueldad y de la muerte. Es cierto que vivieron aún bastantes para contarlo y han sido testimonio hasta hace unos pocos años; hoy quedan muy pocos vivos y son muy ancianos. Ezcaba es quizá uno de los símbolos más crueles de la represión farnquista durante la guerra, pero también tras ella, aunque Navarra quedó pronto pacificada por el general Mola y sus seguidores. 

Las agrupaciones socialistas podrían instruirse, sobre todo entre sus miembros más jóvenes, con una visita a esta exposición; también los escolares, las personas que tengan inquietudes de humanidad y no quieran renunciar a la memoria de un pueblo que ha sufrido. 

L. de Guereñu Polán. 

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